Curso 2015 – 2016

V CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL SCFBI
“La interpretación: la resonancia de nuestro decir”

24/10/2015

El Seminario del Campo Freudiano de Bilbao comenzó a andar el camino de este nuevo curso en el que continuaremos aprendiendo sobre la enseñanza del Seminario 6 del Dr. Jacques. Lacan, “El deseo y su interpretación”.

Este primer paso del camino lo hemos hecho de la mano de la V Conversación Clínica titulada, “La interpretación: la resonancia de nuestro decir”.

Cada caso nos ha enseñado sobre los efectos de la interpretación del psicoanalista para el sujeto en un tratamiento psicoanalítico.

La Sra. Esthela Solano, psicoanalista en París, que presidió dicho evento, nos convocó rápidamente a una posición de alumnos atentos y con deseo de aprender.

María Zambrano destacó la importancia de la vocación del maestro en su difícil trabajo de causar el deseo de aprender, vocación que no es sin un deseo propio por la transmisión de aquello que lo causa. La enseñanza del psicoanálisis ha contado con una verdadera maestra.

Para su trabajo de enseñanza el cuerpo de la palabra lo entregaron seis colegas psicoanalistas, Maribel Araujo, Andrés Borderias, Cristina Califano, Ruth Pinkasz, Patricia Tassara y Françesc Vilá.

La conversación clínica estuvo coordinada magníficamente por Julio González y Felicidad Hernández.

Cada caso dio cuenta de la posición clínica y ética que sostiene el acto analítico.

“En la experiencia, el analista ocupa el lugar de aquel que aprende a descifrar la escritura del texto inconsciente, del que no se conocen ni sus leyes ni su clave. Escritura que da cuenta de las marcas de goce que comportan el cuerpo para el ser hablante y que dan cuenta de su entrada en una vida tejida de palabras”, hemos leído en el texto de presentación de esta V Conversación Clínica del SCFBI.

Esthela Solano extrajo a través de los casos las diferentes maneras de hacer el analista para que los analizantes encuentren la apertura para su trabajo particular produciéndose efectos para habitar su propia existencia como seres hablantes.

Maribel Aranjuelo, nos adentró en la posición del psicoanalista para orientarse en la cura de un sujeto autista, y en el uso de la interpretación fuera de sentido y cómo la analista pone el cuerpo para servir de soporte al analizante. En este caso, la oferta de un partenaire silencioso y de su mirada atenta, pero fuera del niño, ocupada en un tomar nota a través de la escritura de sus decires, permiten construir una oferta de tratamiento donde el objeto mirada y el objeto voz se velan, dando la posibilidad para el tratamiento de estos dos objetos de los cuales el sujeto no había podido separarse aún. Este vaciamiento de la analista ha sido fundamental para que el sujeto se aloje. A través de estas condiciones el sujeto autista puede desprenderse de su estado de repliegue homeostático en un cuerpo encapsulado. La interpretación fuera de sentido “resuena” para el sujeto que se detiene y alza la cabeza hacia la psicoanalista manifestando que está en presencia del Otro, capaz de dirigirse a él, ofreciéndole su primera sonrisa, con la que puede comenzar a trabajar el par presencia-ausencia, de la que extrae la lectura y la escritura, con la que recorre un camino de invenciones sintomáticas hasta construir una suplencia sintomática que le permite obtener un saber hacer con su mirada y con su voz propia.

Con su presencia distraída, pero atenta, con su saber no saber sobre el analizante, la analista se constituyó en el nuevo partenaire del sujeto fuera de toda reciprocidad imaginaria y sin la función de la interlocución simbólica.

Andrés Borderías trajo a un analista en una posición muy activa en relación a las defensas del analizante, como una “precipitación elaborada”. El trabajo analítico se despliega en este caso en un dispositivo tipo CPCT y las interpretaciones del analista se dirigen al núcleo de goce y la función del fantasma desde la que el sujeto hace existir a un Otro devorador a través del cual sostiene una posición de renuncia a la sexualidad y de escapar de la muerte. Estrategia obsesiva. En un tiempo breve, catorce sesiones vemos como a través de las interpretaciones del analista se produce una ganancia de saber del inconsciente que permite al sujeto hacer vacilar su posición de goce mortificado para tomar a su cargo su propio deseo afirmándolo, sin recurrir a las explicaciones, argumentaciones ni a los reproches, cerrando el trabajo de un ciclo.

Esthela Solano subraya la interesante posición de la psicoanalista Cristina Califano, que con la interpretación apunta de entrada a la separación del dicho oracular materno y, esto no es sin consecuencias para el sujeto que va desvelando cómo se sostiene en la trama del fantasma para defenderse de lo real. imposible de la feminidad. Las consecuencias de la posición de la analista abre el despliegue de la neurosis que no se hace esperar y deja ver la posición en la que este sujeto, enredado, hace equivalente la mirada de la madre con la mirada del marido. El deseo de la madre le obtura la vía de desear a su marido.La posición de la analista en la cura procura un efecto muy positivo porque el sujeto llega a la conclusión de que quizás haya una disyunción entre la mirada de la madre y la mirada del marido , paso fundamental en el camino de la asunción de la feminidad.

El caso que presentó Ruth Pinkasz enseña cómo el trabajo clínico abre la posibilidad para la interrogación del niño en el fantasma de cada uno de los padres, dando la posibilidad de desplegar otro lugar para él, vacilación del lugar de objeto en la economía psíquica de ambos padres y apertura a la operación de separación y rectificación del Otro amenazante y del lazo que ello conlleva con el logro de la pacificación del lazo social que se introduce en el proceso de humanización para el sujeto.

Patricia Tarrasa nos acercó a un caso en el que observamos los efectos devastadores de la ausencia del valor fálico para un sujeto que se sostiene desde una posición melancolizada y una posición de goce devorante que lo puede conducir hacia la muerte y cómo la maniobra de la analista sostiene la vida para él desde su posición en la vertiente del amor de transferencia.

Concluyó el trabajo con un caso presentado por Francesc Vilá donde para la construcción del mismo se hace relevante el uso de la interpretación más allá del sentido y el movimiento producido sobre la defensa del sujeto, un efecto de hacer vacilar la posición del sujeto obsesivo en el fantasma, perturbación de la defensa efecto del trabajo de la interpretación orientada hacia lo real, sosteniendo el agujero de sentido en donde la modulación de la voz fue un elemento en la interpretación misma para este caso. El sujeto se abre así a una nueva posición que le permite acceder a un partenaire fuera de la demanda, un partenaire que no le exige, que lo deja libre.

Cada uno de los casos presentados nos enseñó sobre la resonancia que para cada sujeto ha supuesto el decir del psicoanalista que desde su posición clínica ha ofrecido el sostén para la construcción y la invención de un trabajo singular para cada sujeto ofreciendo un camino de humanización, pacificación, de apertura a una posición deseante, un lugar donde construir o inventar un saber hacer con su propio goce.

María Verdejo


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulos XVII, XVIII
Montse Puig

28/11/2015

Estos dos capítulos están dentro de las 7 lecciones sobre Hamlet que Lacan da en este Seminario y estuvieron a cargo de Montserrat Puig.

Lacan lee a Hamlet con su grafo del deseo, donde sitúa el sentido de la función del deseo en el análisis y en la interpretación; a lo largo de la clase la docente fue situando en el grafo los conceptos que Lacan trabaja en estos capítulos.

Estas lecciones constituyen un retorno a Freud y al filo cortante de la verdad freudiana; Lacan revisa los escritos de los post-freudianos y encuentra que el enigma que engendra esta tragedia es la dicotomía entre acto y deseo; esto es lo que ha ocupado tanto a los psicoanalistas y también a los estudiosos de la literatura.

En la venganza el problema no se sitúa en la dicotomía acto-pensamiento, para Lacan el problema es que a Hamlet le repugna la acción que tiene que llevar a cabo: vengar la muerte del padre.

Lacan desplaza la pregunta de por qué no actúa a la pregunta sobre cuál es el conflicto; si bien da la razón a los post-freudianos respecto a que Hamlet se encuentra en una coyuntura edípica, pero nos advierte que Hamlet no es Edipo.

La diferencia fundamental es que Edipo no sabía y Hamlet sabía; Edipo no sabía que había realizado el deseo edípico. Hamlet sabe que su padre está muerto y como se ha llevado a cabo el asesinato; en Hamlet no hay velo y como sabe no puede llevar a cabo la venganza del padre.

También es diferente la posición respecto a la madre; Edipo, sin saberlo, consigue el objeto de deseo: la madre. En Hamlet no se trata del deseo por la madre, el problema es el deseo de la madre.

El deseo que está en juego no es el de Hamlet, es el de la madre; no está en juego su deseo porque ha rechazado la vía de su deseo, que es Ofelia. El deseo de la madre en Hamlet es del orden de una voracidad instintiva, del lado de la necesidad; es un puro deseo genital.

Ofelia recupera el lugar del objeto del deseo en la escena del cementerio, cuando Hamlet encuentra a Laertes desgarrado por el dolor; en esta escena Hamlet recupera a Ofelia, como objeto imposible ya que está muerta. Pero lo interesante es que lo hace pasando por Laertes, en el eje a-a´. Ahí recupera su deseo y por eso puede llevar a cabo la acción encomendada.

En Hamlet la resolución de su deseo pasa por lo imaginario, frente a Laertes pone su vida en juego. Hay una relación entre el duelo por el objeto perdido, Ofelia y el deseo de Hamlet; Lacan nos recuerda que eso nos enseñó Freud en su texto “Duelo y Melancolía” la relación entre el sostenimiento del deseo y el trabajo de duelo.

Esther González


 SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulos XIX, XX
Marco Focchi

5/12/2015

Marco Focchi acude a Bilbao para comentar las clases XIX y XX- Falofanías, El fantasma fundamental- del seminario de Jacques Lacan El deseo y su interpretación (1958-1959). En este seminario, Jacques Lacan quiere esclarecer la lectura del deseo. Critica el enfoque de aquellos que se alejaban de la teoría freudiana, es por esto que Lacan, durante estos años, plantea una vuelta a Freud para esclarecer la naturaleza del deseo partiendo de la interpretación de los sueños. El punto de partida del comentario de Lacan sobre Hamlet es por ello eminentemente freudiano.

En las siguientes clases, Lacan presenta la estructura del texto de Hamlet para mostrar la relación del sujeto con su deseo, la tragedia del deseo. En la lección XVII había abordado el personaje de Ofelia como objeto a. Una Ofelia que es al mismo tiempo una trampa y una carnada, así como aquello que podemos situar como el secreto del deseo. Objeto a en el fantasma de Hamlet, que toma el lugar de aquello de lo cual el sujeto está simbólicamente privado. Por otra parte, Hamlet nunca está en su tiempo, o dicho de otra manera, Hamlet siempre está pendiente de la hora del otro. Se trata pues de su dependencia respecto del deseo del Otro, del deseo de la madre. Así como en la perversión podemos elucidar que el fantasma está fuera del tiempo, por el contrario en la neurosis el fantasma está en el tiempo, bien retrasado en la neurosis obsesiva, bien anticipado en la histeria. El fantasma neurótico nunca llega a su momento de la verdad, esta es una de las razones que impide a Hamlet cumplir su acción.

A propósito del seminario V, Lacan desarrolla la metáfora paterna para situar el problema del falo en la castración desde una posición diferente al texto freudiano. La castración del Otro es la que podemos situar en la metáfora paterna, donde la intervención paterna tiene la función de separar la posición del sujeto con respecto al deseo de la madre; no ser su falo. Su lectura del Edipo, en este momento, es en clave deseo de la madre. Freud dice que Hamlet es la misma cosa que el Edipo, que presentan la misma estructura subyacente. Freud explica el titubeo de Hamlet a la hora de completar su venganza partiendo de Goethe. La explicación de Goethe pone de manifiesto que lo que hay en Hamlet es un desarrollo excesivo del pensamiento que impide la acción. Es esto, precisamente, lo que Freud toma de Goethe. Entonces, cuando Lacan toma la lectura de Hamlet retoma el camino abierto por Freud, pero toma un camino un poco diferente, tomando como referencia la metáfora paterna. El “to be, or not to be” toma un sentido particular “ser o no ser… el falo materno”. Se trata pues de un desplazamiento de lo que es la narrativa freudiana.

En Hamlet todo se sabe, esto es una diferencia fundamental con respecto al Edipo. Lacan rechaza considerar a Hamlet como un personaje moderno y lo aborda en el plano del saber. Hamlet está bloqueado porque no puede acceder a la castración, que es lo que le permitiría acceder a su deseo. Todo el problema de Hamlet es el fracaso de la castración. Todo el drama es el camino lento para poder construir algo equivalente a la falta de la castración, que es lo que se realiza en la acción final del duelo. Es en este sentido que Lacan lee la tragedia del deseo. Hamlet pierde su deseo al ser dependiente del deseo de la madre por su devoración sexual. Hamlet extravía el camino de su deseo al separarse de Ofelia de manera decidida, renuncia al amor, la aleja de él, la rechaza. Hamlet pierde aquí su objeto, pierde el camino de su deseo y entra en la órbita del deseo de su madre, aspirado por el potente deseo de su madre, pierde su brújula. De manera que su encarcelamiento en el deseo de su madre es efecto del rechazo de su deseo por Ofelia. La incapacidad de elegir de la madre entre un objeto digno e indigno, revela la satisfacción directa de su necesidad, la cual no llega a simbolizar su deseo en el falo, siendo a su vez la incapacidad de Hamlet para decidir. Hamlet ha de pasar por el duelo que será la llave para reintroducir el objeto. Vemos finalmente como se reconstruye así el objeto gracias a una Ofelia muerta y enterrada, esto permite a Hamlet reencontrar la vía de su deseo. A partir de aquí, Hamlet encuentra su determinación para acabar su tarea.

Para finalizar la jornada Luis Alba comenta una referencia sobre el film Hamlet dirigido y actuado por Laurence Olivier en 1948. En el mismo sentido, Consuelo González nos avanza sus comentarios a partir de la revisión de la película dirigida, adaptada y protagonizada por Kenneth Branagh en 1996 sobre la tragedia del príncipe Hamlet.

Cosme Sánchez


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulo XIX
Laure Naveau

16/1/2016

El título de este capítulo remite a las apariciones del falo. Laure Naveau comentó paso a paso las afirmaciones que Lacan desarrolla en estas páginas. Toma elementos de Hamlet para trabajar, siguiendo los anteriores capítulos, la cuestión del objeto. En este seminario, la relación de objeto se refiere a la relación entre el sujeto tachado por su relación al discurso, y el objeto a. Se trata de la cuestión del deseo en el grafo, a través del fantasma. La tragedia del sujeto es no poder nombrarse y esa ausencia de nombre lleva al sujeto a recurrir al fantasma. El fantasma aparece como una relación ente lo simbólico y lo imaginario.

Hamlet es un escenario que se inscribe en el fantasma y Lacan muestra cómo el protagonista solo recupera su objeto en el duelo. Es la manera de reintroducir el objeto fálico. Pasa del duelo imposible por el padre al duelo de Ofelia en tanto objeto de deseo recobrado. Pero este recorrido se realiza en un pasaje al acto con su semejante, hermano de Ofelia y amigo, que funciona como un doble imaginario. Y es con ese doble imaginario que reencuentra el deseo. En el pasaje al acto final recupera el falo en tanto función fálica. Falo simbólico. Hamlet se somete enteramente al significante. Esa es la definición del pago de la deuda. Es la trayectoria que en el grafo se realiza hasta encontrar el S (A/), hasta encontrar lo que falta.

En toda la obra de Hamlet encontramos la cuestión del duelo y además todos lo ritos que se celebran son abreviados. Es una falta simbólica. Plantea la dimensión simbólica del duelo necesaria para reencontrar el deseo.

En la declinación del Edipo el sujeto se encuentra con la castración. Una pérdida radical que ninguna satisfacción podría llegar a colmar. El sujeto ha de hacer su duelo por el falo. Hay una relación entre castración y ley. Sin esto, no podemos entender el deseo.

Es el proceso de simbolización, un pasaje de lo imaginario a lo simbólico. El complejo de castración da su lugar verdadero al falo. Esta cuestión de la castración ha de ser de nuevo atravesada en el análisis.

El falo no es un objeto como los demás porque tiene un lugar aparte en el deseo. En el análisis se trata de pasar del narcisismo imaginario al lugar del Otro.

Lacan habla de tres formas de la falta: castración, frustración y privación. La primera simbólica, la segunda imaginaria y la tercera real. La primera es de un objeto imaginario (el objeto fálico), la segunda de un bien real y la tercera de un objeto simbólico (paso de la demanda del seno a la demanda de amor). Lacan afirma que toda falta es falta simbólica.

En el campo analítico, el sujeto es el sujeto hablante, marcado por la palabra y es ahí que se encuentra la falta fundamental en relación a la castración. La relación del sujeto con la falta primordial que le da su condición humana. Queda tocado en su ser.

El ser del sujeto ha de hacer el duelo por aquello que debe ofrecer en sacrifico: sacrifico real de un objeto simbólico. Menos fi, es la marca de su relación con el logos. Y esto le lleva al objeto “a”, objeto del deseo que sostiene la relación del sujeto con lo que éste no es. El sujeto responde con el fantasma porque encuentra un no ser. Cubre con el fantasma el vacío de no ser.

En las falofanías, en el nivel de la privación, el sujeto aparece bajo la forma de tener o no tener. Pero la posición radical es la de ser o no ser el falo.

Hay una falta que en la castración es una falta significante. En la frustración, el sujeto está sometido a la ley del Otro y en la privación, el sujeto tiene que situarse en el deseo.

Es la falta la que da al objeto su valor fálico.

En la obra de Hamlet es el falo lo que aparece, el falo real de Claudio que Hamlet no puede atacar. Solo cuando él está herido de muerte, cuando realiza el sacrifico del apego narcisista, puede realizar el acto que alcanza a Claudio.

Lierni Irizar


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulos XX y XI
Manuel Fernández Blanco

20/2/2016

El objeto aquí es el objeto del fantasma y no se deja reabsorber en el NP.

El objeto a es el soporte que el sujeto se da en la medida en que flaquea su designación de sujeto. El sujeto no encuentra en el Otro del inconsciente algo en lo que identificarse, algo falta en el Otro del lenguaje, algo que le permitiría sostenerse como sujeto; en el discurso del inconsciente, desaparece. Debe tomar a sus expensas algo vivo, fuera del significante…el objeto a. El sujeto paga el precio necesario para la localización de sí mismo, paga con la castración y el objeto a es su efecto.

La relación primordial del sujeto es la relación con el Otro. A partir de esa relación de demanda y palabra, se instituye la dialéctica cuyo residuo va a aportarnos la posición de a. El Otro es primeramente un sujeto real y tiene la posibilidad, por ser interpelado por la demanda de la necesidad, de hacer que esta adquiera el valor de demanda de amor, la demanda misma se carga entonces de significación.

Por el hecho de que el Otro ante la demanda puede jugar, ya ha sido instaurado como sujeto y como término tendrá lugar la tragedia. En la medida en que el Otro es un sujeto como tal, barrado, el sujeto se instaura y puede instituirse como sujeto en una nueva relación con el Otro…. en ese Otro ha de hacerse reconocer como sujeto. No hay sujeto sino para un sujeto. Qué garantía puede hallar el sujeto de que el Otro responda? Frente a la presión de la demanda del sujeto que exige un garante lo que se realiza en el Otro es primordialmente algo de esa falta respecto a la cual el sujeto debe situarse. Esa falta se produce en el Otro a nivel de la palabra y no en calidad real. El sujeto se interesará en todas sus experiencias con ese Otro pero nada de eso podrá agotar la falta que existe al nivel del significante como tal. El sujeto se encuentra marcado por esa falta, por esa no garantía en el Otro y por eso habrá de instituir el objeto a, que expresa el resto de la tensión última del sujeto, representa una falta.

La relación con ese Otro castrado es el soporte del deseo. Es lo que aparece como contrapartida del hecho de que el sujeto no puede situarse en el deseo sin castrarse.

La interrogación en torno a la cual gira uno de los más primitivos conflictos en la relación del niño con el Otro: ¿Hasta qué punto puedo contar con ese Otro? ¿Qué tienen de confiable sus comportamientos?… Allí está la base de lo que se repite en el nivel más profundo de su destino; allí está lo que rige la modulación inconsciente de sus comportamientos.

En el nivel del significante no hay nada que garantice la cadena significante y la palabra, por eso el sujeto depende de la buena voluntad del Otro. En ese momento el sujeto convoca desde otro lugar, desde el imaginario, cierta parte de sí mismo en la medida en que está embarcado en la relación imaginaria con el otro. Esa parte es el a. Surge en el lugar exacto donde el sujeto se plantea la interrogación acerca de lo que él es, en el momento en que se desvanece ante la carencia de significante que responda por su lugar.

En el objeto a el sujeto encuentra su soporte. En el nivel donde el sujeto intenta constituirse en la demanda al Otro, el sujeto con el resto aporta y compensa la carencia de garantía de su condición de sujeto.

El fantasma es el enfrentamiento entre el Otro tachado y el a. El sujeto en el fantasma está al borde de esa nominación, no es una garantía tampoco.

Lacan ve entonces que con lo imaginario y lo simbólico no basta y se pregunta entonces por lo real, cómo el fantasma a través del objeto se vincula con lo real, algo del goce del sujeto queda alojado en el objeto desprendido y es así como el objeto puede sostener algo de esta identificación imposible.

Susana Viar


 SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulos XXII, XXIII
Mónica Marín

12/3/2016

Ante la ausencia, debida a un imprevisto de fuerza mayor, del docente invitado para esta ocasión, Mónica Marín sostuvo esta clase del seminario de textos en que se trataron los capítulos XXII y XXIII. Extraigo en esta reseña algunos de los dichos que fueron puntuando la lectura.

Como previó a los capítulos M.Marín recordó lo original de este seminario, que desvela el gran secreto del psicoanálisis, la nueva doctrina de Lacan que se anuncia como “No hay Otro del Otro”. Lacan avanza a contrapelo de su concepción del Nombre del padre como significante garante del orden del lenguaje. Tal es así que aparecen ejemplos de padres patógenos, que no aportan pacificación ni estabilización, como es el caso del padre de Hamlet o el sueño del padre muerto. Esta nueva doctrina abre un puente que hace de la distinción entre neurosis y psicosis algo menos seguro, lo que posteriormente guiará a J-A Miller a plantear las psicosis ordinarias.

Pero más concretamente en el seminario, la contrapartida de esta introducción de la barra en el gran Otro es la nueva presencia que adquiere el goce en su relación con el fantasma, como respuesta que el sujeto da al enigma de la falta en el Otro. Es el punto de llegada que Lacan hace de la exploración del deseo, en tanto que el sujeto es sujeto del significante.

Así, en el capítulo “corte y fantasma” el sujeto aparece como la metonimia del ser que se expresa en los intervalos de la cadena significante y el objeto como el soporte en ser de ese sujeto. El fantasma queda situado en un punto que escapa al significante y como soporte imaginario del ser del sujeto. Al defecto de lo simbólico viene un elemento imaginario tal y como está conceptualizado el goce en esta época.

En el capítulo “La función de la hendidura subjetiva en el fantasma perverso” Lacan nos enseña que todo fantasma necesita de ese corte en tanto sostén del deseo. El capítulo articula la relación entre el ser, el uno y el ninguno (no-uno) y la hendidura en los fantasmas voyerista y exhibicionista.

En la discusión se marcó la diferencia entre el corte -que apunta a lo simbólico- y la hendidura -que apunta al sujeto y toma más la vertiente de lo real articulado al goce.

Entre las distintas recomendaciones de lecturas aportadas para acompañar las referencias de la clase recojo el artículo “Sutura” de J-A Miller publicado en Matemas II.

Iñigo Martínez


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulos XXIV, XXV
Gustavo Dessal

16/4/2016

Antes de iniciar el comentario del capítulo veinticuatro “La dialéctica del deseo en el neurótico”, del Seminario 6 “El deseo y su interpretación”, el docente, Gustavo Dessal, cree conveniente recordar dos cuestiones de la clase anterior en la que Lacan analiza el voyerismo y el exhibicionismo como dos modos paralelos de confrontarse con el deseo del Otro.

Destaca Dessal como primera cuestión el interés sobresaliente que para la clínica analítica tiene la perversión, puesto que ésta participa de una lógica narrativa compleja que vamos a definir como dialéctica del deseo.

El sujeto, prosigue, no tiene posibilidad de acceso al deseo sino a través de esa experiencia crucial, fundamental que es la relación con el deseo del Otro. El carácter traumático de esa experiencia es la segunda cuestión que señala Dessal. El deseo, añade, es el escenario donde se pone en juego esa dialéctica.

En la perversión, continúa, el sujeto está indicado en el fantasma por la hendidura. Para el voyeur, se trata de ver sin ser visto aunque actúe como si el objeto mirado se ofreciese a esa mirada, es esa ambigüedad, en la que el otro no sabe pero algo percibe. Para el exhibicionista, él mismo hace de hendidura que se abre y que se cierra. En ambos tipos coincide el pudor del objeto que tiene que ser profanado ante la mirada de un tercero.

Nos recuerda el docente que Freud también situada el voyerismo y el exhibicionismo como dos estrategias en paralelo en las que lo que está en juego es el falo femenino que no hay.

¿Por qué es traumática para el sujeto la experiencia de la primera emergencia de goce? Se pregunta Dessal, experiencia que en Freud se corresponde con la escena primaria.

Nos explica que el deseo del Otro perdura allí como un núcleo enigmático. En un primer tiempo y antes del efecto traumático, el deseo angustia porque el sujeto no puede significarlo. Es en un segundo tiempo, con la estructura del fantasma, cuando el sujeto puede reintegrar ese encuentro en una estructura narrativa que se convertirá en el núcleo de su neurosis.

No obstante, para el sujeto el fantasma le es opaco. No puede conocer su posición de sujeto, no puede conocer el deseo al que está confrontado. Para Lacan, el sujeto en relación con el deseo no se puede expresar, ese instante de pérdida, en relación al deseo, nos aclara el docente, es la afánisis del sujeto. Reanuda la exposición diciendo que todo lo que en el plano del enunciado se presenta como deseo es fallido, que nunca da en el blanco. Precisamente, dice, la experiencia del fantasma nos muestra que en el voyeurismo y el exhibicionismo, el sujeto es dependiente del deseo del Otro y que está a su merced. Señala Dessal que esa relación traumática deja al sujeto sin amparo, sin recursos ante un deseo que le aspira literalmente. En esa situación de desamparo el sujeto pierde la dimensión temporal que es el momento previo a la angustia. Aun así, en la angustia hay un principio de elaboración. El miedo tiene una dimensión temporal, ante, delante, a la espera, es algo por venir, que moviliza la defensa, nos aclara Dessal.

¿Cómo defenderse del deseo del Otro? La cuestión, indica, es no acercarse al objeto del fantasma. En la fobia se da un paso más que en la angustia. La fobia permite pasar el miedo a la localización, concentrar en un único elemento todos los miedos, nos explica.

Para la histeria, nos aclara, la estrategia es ser ella misma el obstáculo. La histérica se abstrae pero no se esconde, no es cobarde, permanece en el interior del juego.

La estrategia del obsesivo, en cambio, es esconderse para no confrontarse al deseo. El obsesivo desdobla el amor y el deseo. Su estrategia es no comparecer (procrastinación) hasta que el deseo ha caducado.

Sostenerse como deseante, nos advierte Dessal, es una forma de defensa frente al deseo del Otro y en este marco el estatuto del fantasma le sirve al sujeto para situarse como pantalla entre él y ese deseo. Para sostener su deseo, continúa, cada vez necesita además el auxilio de una cosa que se presenta en una posición tercera dentro de su relación con el deseo del Otro. El falo es esa cosa, nos aclara, es el elemento clave por su calidad de significante fundamental. El falo está fuera del yo, como órgano también está fuera del cuerpo y le confronta con la castración. La relación del sujeto con el deseo siempre está ante la tesitura de la pérdida. Solamente hay dos posibilidades, o se tiene o se es, y ambas son excluyentes.

Concluye Gustavo Dessal esta primera parte recordando que Lacan al final del capítulo dice “Si él se desea deseante ¿qué desea? Lo que le permite sostener su deseo como tal (…) es el lugar exacto donde él encuentra su goce.

Aborda el capítulo veinticinco “El o bien… o bien… del objeto” explicando el profundo respeto que Lacan sentía por Melanie Klein, lo que no le impedía cuestionar la construcción de su teoría sobre la relación de objeto.

La diferencia entre la perversión como estructura y el fantasma perverso presente en la neurosis, reanuda Gustavo, estriba en que el perverso lo que realiza es la puesta en acto de una satisfacción que requiere un escenario para desplegarse. Por otro parte, el fantasma perverso al ser inconsciente se satisface con un objeto parcial.

La distancia estructural entre el sujeto y el objeto es para Lacan necesaria para preservar el deseo. Quizá, añade Dessal, esta afirmación podría ser un precedente al “no hay relación sexual”.

Sigue desarrollando que, mientras para Lacan esa relación de objeto es un hecho del lenguaje, no es ni innata ni evolutiva, en Melanie Klein tiene una dimensión genética que Lacan reprueba. En ese momento de la enseñanza Lacan da al objeto un carácter significante, posteriormente tendrá que demostrar que no lo es.

Frente a las dos etapas que Melanie Klein distingue en el comienzo de la vida de un sujeto, fase paranoide (de alienación) y después fase depresiva (de separación), Lacan va a responder con el Estadio del Espejo, la integración del cuerpo frente al cuerpo del Otro.

Aun así, para Lacan el yo no absorbe el objeto ni con el estadio del espejo. Ese objeto es y no es el sujeto, está dentro y está fuera, situado en una topología donde lo exterior y lo interior es subjetivo.

La niña lo experimentará como separado e irá a buscarlo. Simbólicamente, ella es el falo que no tiene. Aunque la fórmula paradójica que resuelve su relación con el falo es que, en el inconsciente, ella lo es y lo tiene.

Para el varón no hay alternativa. Solamente puede tenerlo.

El que elige no tenerlo, es para seguir siéndolo, que es la posición del obsesivo. “Que lo tenga el otro”, les recuerda, para así seguir siéndolo.

De esta manera concluye Dessal la exposición de su lectura de los capítulos veinticuatro y veinticinco del Seminario “El deseo y su interpretación”.

Inmaculada Erraiz


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capitulo XXVI
Patrick Monribot

7/5/2016

Patrick Monribot comenzó su clase recordándonos las palabras de J.-A. Miller en su presentación de este Seminario en 2013. “El libro VI es difícil presentarlo ya que no es una suma acabada”.

Nos dijo en el comienzo que hay un concepto que atraviesa todo el Seminario, y éste es el fantasma. Al principio del Seminario Lacan hace una pregunta acerca de la interpretación del deseo, pero al final esta pregunta se desplaza a la lógica y la estructura del fantasma. Lacan da cuenta de que el fantasma es quien mejor interpreta el deseo. Lacan introduce el término “Fantasma fundamental” en este capítulo, “La función del splitting en la perversión”, ya utilizado en “La dirección de la cura” de los Escritos. Fantasma fundamental ya que el fantasma se reduce a dos términos lógicos que se articulan en su fórmula.

P. Monribot nos mostró como este Seminario se orienta poco a poco hacia el estudio de la perversión.

Si la pregunta es por el deseo y su interpretación ¿cómo interpretar el deseo, si el deseo es esencialmente metonímico? Lacan va a responder que es el fantasma el que le sirve de defensa al sujeto de la infinitización metonímica. Y es en el objeto del fantasma donde el sujeto puede remediar su extravió en el significante y encontrar la verdad de su ser. Este nuevo enfoque del deseo por el fantasma modifica la concepción del sujeto representado por un significante para otro significante, ya que ahora va a estar concebido como –corte-.

Lacan distingue el fantasma perverso que se encuentra en el neurótico, de la perversión. Para entender la estructura perversa Lacan va a estudiar la noción de –split- que toma de un autor inglés de la IPA, W.H. Guillespie, split entendido como hendidura, fisura. Y éste no la localiza en el yo como Guillespie sino en el sujeto. Lacan encuentra una diferencia fundamental en el uso del fantasma del neurótico y del perverso. Allí donde el neurótico quiere ser el falo porque no lo tiene, el perverso se las arregla para ser y tener el falo al mismo tiempo. El falo que el sujeto perverso no tiene, él consigue tenerlo con el objeto fetiche y consigue también ser falo para su objeto ideal, es decir, la madre idealizada (análisis del estudio que Lacan hace sobre el escritor André Gide).

Patrick Monribot terminó su exposición diciéndonos que la perversión muestra de manera clara el “no conformismo” estructural del deseo del sujeto. El deseo, una vez liberado de sus ataduras edípicas fantasmáticas, siempre se revela siendo una protesta contra la norma conformista que quiere la sociedad. Y nos subrayó que Lacan concluye este Seminario invitando a los analistas a respetar esta dimensión de “fuera-norma” del deseo de cada sujeto analizante. Lacan pone a sus alumnos en guardia contra el desconocimiento de esa dimensión del deseo.

Rosa Uriz Iglesias


SEMINARIO 6. «El deseo y su interpretación»
Capítulo XXVII
Fabian Fanjwacks

4/6/2016

Hacia la Sublimación es la última clase del Seminario VI de Lacan. En esta clase Fabian nos señala que el lugar del deseo no es un lugar fácil de circunscribir. Y nos da los puntos cardinales para ello.

Primero hace un recordatorio histórico con la teoría de Otto Fenichel sobre la neurosis que fue la referencia fundamental para adaptar el psicoanálisis al espíritu pragmático americano, ajustando la teoría y la práctica al American way of life. Esto supuso la medicalización del psicoanálisis expulsando la subjetividad y desplegando la normativización moralizante, concepto que se opone a lo que la ética del psicoanálisis nos enseña en cuanto al deseo.

La fijación es el modo de satisfacción de un plus de goce obtenido en la relación de la pulsión a un objeto que se recorta en su recorrido, pero a través de la demanda a un Otro poniendo en juego una zona erógena.

Nos ilustra con su propio caso el circuito que va del significante en la falta en el Otro a la pulsión y que retorna por la flecha del deseo al objeto fantasmático:

Después de un parto difícil y ser arrancado del Otro materno con forceps el significante del obstetra tuvo valor de significante primordial, “Con un poco de suerte podría ser un Idiota”. Marcó una relación con el Otro, que reconfortaba la posición de su madre. Vendría a obturar la falta en el Otro, quedándose fijado al Otro. El objeto anal servía tanto para hundir al analista en su propia mierda como para llevar al control sus mierdas, pero a través de la coalescencia entre el objeto mirada con lo anal, el supervisor apartaba su mirada. El Otro no me sostiene, me deja caer.

Retomando el texto Lacan se pregunta ¿El Deseo es la subjetividad? El deseo se definiría en falta del objeto. Ya Spinoza hablaba de que el objeto del deseo es contingente y cuatro siglos más tarde Freud la remarcará que el objeto no vale tanto en sí mismo sino por la investidura libidinal que posee.

Citando la página 525 explica que la experiencia analítica constituye una reascensión regresiva, que permitiría ligar de otra manera lo pulsional con el objeto, una disponibilidad del deseo a otra relación con lo pulsional. Es lo que tiene el deseo de absolutamente irreductible y original en un sujeto que la experiencia del análisis deberá abordar.

Lacan propone atender la demanda, para poder situar en su más allá, al deseo. La presencia real del objeto encarnado por el analista, encuadra una nueva versión de la transferencia más allá de la repetición, da apertura al segundo piso del esquema en el que el Otro está castrado situando el circuito de la pulsión, no en relación a la frustración.

Citando a Lacan en la página 527 define que el deseo no es la secuencia significante, es una localización del sujeto frente a esa secuencia, desde donde él se refleja en la dimensión del deseo del Otro.

La demanda en tanto tal se simboliza en el primer piso del grafo pero también la encontramos en el segundo piso S/ D bajo la forma del matema de la pulsión. Es la demanda lo que vehiculiza el objeto de la pulsión.

El a minúscula, el objeto del deseo, es un resto el resto de toda demanda. Se une a lo real, lo que resiste a la demanda, lo inexorable, lo que no se puede evitar. En oposición al líquido de la cadena significante, que se desplaza, Lacan definirá lo Real como lo que vuelve siempre al mismo lugar. Este retorno eterno de lo mismo produce la hendidura de parte del sujeto, dando una nueva definición del objeto del fantasma más allá del objeto a imaginario i(a), inscrito definitivamente en lo real.

La reseña sobre el artículo de Glover y el caso de Ruth Lebovici explica la restitución perversa en la relación con el Otro, que la psicosis había arruinado.

Para concluir, la sublimación se define como elevar un objeto a la dignidad de la cosa. Explicará que la sublimación implica el vaciamiento de la horma de la pulsión sexual para otros fines. La instancia de la letra deviene aquí la horma de la pulsión, en Lituraterre el término letra se ubica haciendo borde, litoral entre el saber (la palabra) y el goce.

Lacan plantea que la perversión es lo que permite al ser humano resistir a toda normalización, mostrando el carácter irreductible del deseo. En la sublimación se mantiene la horma pero vacía, fuera de fines socialmente aceptados.

Concluye Lacan con un elogio al corte: El deseo del sujeto abre sobre el ser puro S de A/, en el significante del Otro barrado, como si el ser puro fuera la falta misma. El sujeto en el análisis se confrontará al deseo del analista. Dice que un análisis sería el encuentro de la escritura misma con aquello que se trata de relatar. Guiar al analizante hacia un Otro que nosotros mismos. Esto se logra a través del corte, que permite separar al sujeto de su demanda, de su alienación a los significantes que articulan su demanda y a su modo de relacionarse con la pulsión. El corte sin duda es el modo más eficaz de interpretación analítica. Somos clínicos del corte.

Kepa Torrealdai


XI SYMPOSIUM DE LOS GRUPOS DE INVESTIGACION DEL SCFBI
Bilbao, 21/5/2016

“LAS PALABRAS Y LOS CUERPOS”
Preside: Enric Berenguer

MESA 1. MODERA: Beatriz Tomey.

1- GI Psicoanálisis y Prácticas Educativas – Bilbao
Desirée Navascues

El trabajo presentado versó sobre el efecto regulador de la educación en el cuerpo. Cuando esto no funciona, sólo queda el control social.

Dos viñetas sobre la escritura ilustraron la exposición: 1- un niño no puede pararse a escribir a causa de un goce que lo desborda y no sabe canalizar, 2- la escritura en este caso como mediación entre pensamiento y acción, y de defensa frente a la demanda del Otro.

Berenguer recordó las palabras de Freud sobre la educación como represión de las pulsiones, algo que actualmente ha fracasado; la educación se ha convertido en algo más material, estamos en el fin del paradigma de la utilidad de la represión. Aludió también a una indicación de Laurent al respecto: pensar la educación a partir del cuerpo del niño, y el juego como puesta en acto del saber con el goce. Insistió en que nuestra función es leer en lo que hacen cuando no pueden sentarse, porque están tratando de escribir algo con su cuerpo, con sus movimientos, y ver si puede pasar a la transferencia. El verdadero saber está ahí, y la orientación para trabajar es buscar la manera de ser un aliado del niño.

2- GI Conexiones Psicoanálisis-Educación – Vitoria
Blanca Martínez Bellido

El trabajo, titulado “Tratamiento de un grupo desregulado” abordó la intervención de la orientadora de un instituto, en conexión con equipos directivo y docente en un grupo de Diversificación (3º ESO) con graves dificultades de disciplina. En este grupo confluyen varios factores desestabilizantes, siendo el principal un alumno con serios problemas de adaptación.

Berenguer señaló la conveniencia de hacerse aliado de este chico que no quiere ser educado, e insistió en no plantear la resolución en términos represivos, sino en la escucha: ¿qué es lo que tú quieres? Incidió en la ceguera de los diagnósticos educativos para no escuchar el no deseo de ser educado. Tenemos que preguntarnos qué le podemos ofrecer y no pensar sólo en cómo sujetarlo a la silla. En el caso de este adolescente que insulta pensar en cómo respetarlo, porque él no se siente respetado (referencia a Lacadée) e intentar leer algo en sus ataques al Otro.

3- GI De Psicoanálisis y Pedagogía. Barcelona
Susana Brignoni

En el marco del tema de investigación del grupo (“La función de lo escrito y aprender a escribir”) desarrolla su trabajo titulado “Tatuajes fantaseados”. Tatuajes: lo que fue, o lo que no pudo ser en lo familiar; marcas de pertenencia al grupo (lazo social).

Presentó varias viñetas de adolescentes, que nos enseñan la dificultad de hacer hablar a los adolescentes. Enfatizó el punto de respeto por lo que muestran. Lo ilegible del tatuaje nos habla del orden simbólico en el que están inscritos. La lógica que los habita no está, hay que construirla. Estar atentos al punto desde donde quieren ser vistos (frente a la caída de un significante amo).

Berenguer. Subrayó la idea del tatuaje como escritura.

MESA 2. MODERA: Julio González

1-GI Sobre Psicoanálisis y Medicina – Bilbao
Kepa Torrealdai

“La palabra y el cuerpo en medicina”

Lo subjetivo insiste y aparece. Actualmente la tendencia es a la devaluación del lenguaje y al ascenso de la tecnología. La palabra nos permite construir un cuerpo. El humano es un ser de lenguaje (el inconsciente es lo que desconocemos) con su pulsión de muerte (tendencia a lo que nos hace sufrir).

El cuerpo en medicina queda excluido de toda subjetividad. El síntoma, la enfermedad, es la verdad del hombre. La escucha permite al paciente una decisión más esclarecida.

Berenguer. Recalca este aumento de la medicina tecnológica que va de la mano con la angustia del profesional, medicina que forcluye al sujeto.

2-GI Psicoanálisis y Prácticas Educativas – Cantabria
Miriam Bermejo

El cuerpo hablante en el autismo: ¿qué cuerpos?, ¿qué palabras? El cuerpo vivido como exterior: no se ha podido construir, identificarse con él. El lenguaje es autoreferencial, no entran en el discurso, las palabras son objetos.

No hay un Otro porque no han podido separarse. Necesitan un otro no completo que desaloje al niño autista de su posición de objeto y que le ayude a encontrar su propia manera de estar en el mundo, con los otros.

Berenguer. En el tema del autismo estamos en un momento de construcción y de revisión de la teoría, como nos muestra Laurent en su libro “La batalla del autismo”. Es un esfuerzo de ir más allá. Oponernos al paradigma de la reeducación.

3-GI Autismo – Bilbao
Jorge Lastra & Iratze Redondo

Posición subjetiva particular. La palabra anuda al otro. En el caso del autismo: goce vocal, negativa a cederlo; aunque se defienda del lenguaje está sumergido en él. Buscan un borde autístico que lo proteja del otro (doble, objeto autístico, islotes de competencia).

Viñeta: talleres TEADIR. Juego: mundo ordenado para los dinosaurios (mapa).

Berenguer. Laurent trabaja sobre la idea de neoborde: el autista construye el borde. El mapa que construye este niño autista es su cuerpo; le sirve para ordenar algo de su goce y de su propio cuerpo. Es muy importante entender que la enunciación del niño está ahí. Tenemos acceso a su enunciación si sabemos leer el mapa de este niño.

MESA 3. MODERA: María Verdejo

1- GE Con Niños y Adolescentes – Bilbao
Kepa Torrealdai

“Del estadio del espejo al cuerpo hablante”

Para la constitución del sujeto es necesario el consentimiento al Otro del lenguaje, operación de alienación en el Otro, con un resto (objeto a=plus de goce). La unión de este sujeto con su objeto a, será el fantasma.

La propia lengua es el traumatismo para el serhablante.

Berenguer. El cuerpo hablante siempre está presente en Lacan, aunque lo formule al final de su enseñanza. El estadio del espejo permite la formación del “je”, distinto del “moi”.

2- GI el Niño en el Discurso Analítico – Bilbao
Begoña Isasi

“El cuerpo adolescente”

El lenguaje recorta el cuerpo (hace que no tenga nada que ver con su anatomía). El adolescente cuida y odia su cuerpo.

Dos etapas en el despertar de la adolescencia: 1- sueño amor (ideal, velo), 2- encuentro sexo (agujero, trauma). Cambio de posición: de niño deseado (objeto) a deseante. En la actualidad se constata la prolongación de la adolescencia debido a dos factores: el acortamiento del periodo de latencia y la dificultad de la salida por el Ideal del yo ( pareja, profesión,…), que estabilizaría sus modos de vivir.

Berenguer. Buena orientación de Lacadée. Pensar la inadecuación de las palabras. En la adolescencia aparece la verdad de la estructura. No hay soluciones preestablecidas por la vía del Ideal. Revalorizar el síntoma: primero el síntoma; del síntoma al Ideal. No prescripción del Ideal. Necesidad de un tiempo de elaboración; situarse a nivel de lo que le preocupa en ese momento.

3- GI el Niño y el Adolescente en el Discurso Analítico – Barcelona
Carmen Grifoll

El inconsciente del niño. ¿Cuál es el Otro que precede al niño? Entrevistas preliminares con padres y niño.

No todo lo que acontece en el cuerpo puede ponerse en palabras. Afectos (rabia, odio): los sufre el cuerpo y están también en el lenguaje. Se expresa en el cuerpo algo que les hace sufrir.

En las dos viñetas que presenta aborda las relaciones madres-hijas complicadas por la insuficiencia de la función paterna y por el lugar en el deseo que les precede: “Yo no quería una niña”, palabras de la madre en el primer caso, y una madre mayor preocupada por el futuro de su hija adolescente. Estos dos ejemplos nos muestran cómo el problema subjetivo aparece en forma de síntoma.

Berenguer. ¿Cómo acoger las palabras de los padres en las entrevistas?, ¿cómo proteger a los adolescentes de las palabras de los padres? (Orientación: libro de M.H. Bono, “El inconsciente del niño”).

Ana Zabala


Equipo de Bitácora 25

Inmaculada Erraiz, Esther González, Lierni Irizar, Iñigo Martínez, Cosme Sánchez, Kepa Torrealdai, Rosa Uriz, María Verdejo, Susana Viar, Ana Zabala (responsable)