Curso 2017 – 2018

VII CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL SCFBI
“LAS PSICOSIS ORDINARIAS”

Preside: Marie-Héléne Brousse

14/10/2017

 

Siete son ya los años en los que el Seminario del Campo Freudiano en Bilbao da cuenta del deseo de inaugurar el curso a través de esta modalidad de enseñanza que ofrece una conversación clínica. Siete cursos en los que diferentes colegas del Campo freudiano se dan cita, algunos más allá de su comunidad cotidiana de trabajo sosteniendo con su deseo este trabajo clínico y epistémico afianzado en el Campo Freudiano.

El único sostén de entrada, puerta giratoria abierta más allá del Campo Freudiano mismo, el deseo de aprender clínica alrededor de los conceptos que ocupa lo que entendemos por orientación lacaniana.

La clínica de la psicosis ordinaria, margen conceptual de elaboración epistémica que se inscribe en la lógica de la última enseñanza de Lacan y que nos permite situar estructuras clínicas diferentes, sin entrar en el campo de la clasificación y el efecto de segregación que estas clasificaciones producen, como destacaron Marie Hélène Brousse y Vilma Coccoz, sino que introducen al saber orientarse en la cura de un sujeto. La psicosis ordinaria es un instrumento de trabajo clínico, una categoría epistémica que ha puesto de relieve la construcción de una clínica del detalle, clínica que se sostiene en una nueva idea del inconsciente y que hace a la última enseñanza de Lacan, como dieron a ver la presentación de cada caso.

Seis casos puestos al trabajo de la investigación clínica que se da desde un lugar, la transferencia, instrumento analítico, lazo puesto al trabajo desde el cual el sujeto puede tomar la palabra y dirigirla al Otro del analista, haciéndose éste destinatario del saber del sujeto, caso por caso, desde el que aprender la singularidad que lo acompaña. Transferencia que, como volvió a traer a la conversación clínica Marie Hélène Brousse, para la orientación lacaniana es el instrumento epistemológico desde el cual se aborda el deseo del analista.

Cada analista, en la construcción del caso, dio a ver el lugar de posibilidad que la transferencia hace posible y desde el cual se fue escuchando cómo cada sujeto inventa una nueva forma de anudamiento real, simbólico e imaginario cuya consecuencia es un nuevo enganche con la vida, una nueva conexión posible para sostenerse en el mundo, uno por uno.

Marie Hélène Brousse en diálogo con los coordinadores de mesa, orientó la conversación clínica sirviéndose del trabajo de Jacques Alain Miller en referencia al Seminario Anglófono organizado en París 2008, poniendo al trabajo los tres indicadores que destaca Jacques Alain Miller para la psicosis ordinaria, guías de lectura alrededor de las cuales pivotó el trabajo de la conversación clínica:

* Primer punto, buscar en la psicosis ordinaria un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto. Leemos en esta frase la equivalencia entre lo real y la vida, donde se observa la disyunción de un lado de lo real y del otro lado, lo imaginario y lo simbólico. El desorden se sitúa en la manera en que sienten el mundo que los rodea, en la manera en la que sienten su cuerpo y en la manera de referirse a sus propias ideas, triple externalidad que organiza ese desorden en el sentimiento de la vida, recordando como el término externalidad hace a una topología, un quedarse fuera.

* Segundo punto, triple externalidades:

– una externalidad social, con vertiente positiva y negativa de la identificación social; quedarse fuera del discurso.

– una externalidad corporal, es decir en la relación al sentimiento del sujeto de una brecha en el sentimiento de la imagen de su cuerpo, como en el caso en el sujeto recurre al ruido de los tacones, lazo artificial que le sirve para reapropiarse de la imagen corporal.

– y, una externalidad subjetiva, la externalidad al sujeto mismo en tanto ser hablante.

– Tercer punto: CMB -compensatory make-believe -, elemento que es una suerte de elemento compensatorio del Nombre del Padre. Marie Hélène Brousse destaca que este elemento se encuentra en la fórmula del universal “para todos”, elemento que permite al sujeto extraer un modo de identificaciones que compensan la forclusión sin la necesidad de la metáfora. Los casos dieron a ver cómo cuando el sujeto se ve confrontado por alguna circunstancia en su vida a la caída de ese “para todos” asistimos al desanudamiento de los tres registros.

Marie Hélène Brousse, que presidió la conversación junto a las lecturas que hicieron de los casos los coordinadores de las mesas, Vilma Coccoz, Manuel Montalbán y Luis Alba buscaron y localizaron los indicios, los sutiles y finos detalles clínicos que localizaban estos indicadores de la psicosis ordinaria abriendo una conversación con los analistas que expusieron el material clínico, Teresa Colomer, Gabriela Galarraga, María Navarro, en la primera mesa; Margarita Bolinches, Susana Genta y Rosa Ruiz en la segunda mesa y con la sala.

Localización de momentos de desenganches limitados, parciales, signos de exterioridad en los tres registros, caso por caso. Se fueron ciñendo los pequeños detalles que hacen a los signos discretos de la forclusión bajo transferencia, dilucidando la clínica de la psicosis ordinaria.

En cada caso se situaron los elementos compensatorios make-believe (CMB), elementos que funcionan como identificaciones compensatorias, haciendo existir un lugar desde el que el sujeto se ha podido alojar en el conjunto de los universales, desde la lógica del “para todos” que no responde al “todo” y que Lacan ha destacado en las fórmulas de la sexuación. Fórmula que parece permite un modo de invención compensatoria hacia una manera de inscripción vivible sin la necesidad de la dialectización, de la metáfora. La dirección de la cura de cada caso, dio cuenta de este trabajo subjetivo de reintroducción del rasgo más singular del sujeto en un universal extraído desde el trabajo del propio sujeto. Estos trabajos dan a ver la imposibilidad de los tratamientos estandarizados, porque ese universal que es útil porque se desprende de la singularidad de cada sujeto, se extrae del material que le es más singular, permitiendo así un nuevo anudamiento entre real, simbólico e imaginario útil para cada sujeto, uno por uno.

Los casos presentados dieron a ver una clínica en la que pueden observarse trozos delirantes muy reducidos, que no van a transformarse en una metáfora que haga el sistema del mundo. En algunos casos se fueron observando rasgos paranoides pero no alcanzan a hacer un Otro Malvado, pequeños rasgos autistas como rasgos del rechazo al Otro pero sin hacer un autismo, rasgos de inconsistencia del Otro que muestran esta distancia hacia la relación con los seres hablantes, en otros hay rasgos histéricos, pero que no alcanzan a colocar el deseo que no hay. En la clínica de la psicosis ordinaria parece no haber certezas, no se observaron signos en lo real, pero tampoco se advierte mucha creencia y Marie Hélène Brousse propuso seguir avanzando en el estudio de estas cuestiones y en el tratamiento de goce que estos sujetos hacen porque son asuntos que aún muestran un campo de investigación abierto en la clínica de estas estructuras.

 

María Verdejo

 

 


XI Symposium de los Grupos de Investigación

Con la participación de Montserrat Puig

2/12/2017

 

El 2 de diciembre de 2017 tuvo lugar el XI Symposium de los grupos de Investigación . En torno al tema” Interrogados por los niños se dio paso a la lectura y debate de los textos.

La jornada estuvo dividida en dos partes, en la primera intervinieron Susana Brignoni, Elsa María Pérez y María Verdejo como ponentes y Beatriz Tomey como coordinadora. En la segunda intervinieron Monserrat Puig, Carmen Grifoll y Begoña Isasi, asumiendo el papel de coordinador del debate Julio González.

 

PRIMERA MESA. INTERROGADOS EN LAS PRACTICAS EDUCATIVAS

Susana Brignoni (Grupo de Investigación sobre Psicoanálisis y Pedagogía – Sección clínica de Barcelona)
Dejarse interrogar acerca de las mentiras en la infancia

Susana nos remitió a las citas de Lacan en las que se nos dice que las mentiras forman parte de los dichos de los sujetos, pero lo que a nosotros nos interesa no son los dichos, sino el decir, el lugar de la enunciación.

En su práctica ha constatado que los profesionales que se relacionan de manera cotidiana con los niños, traen una y otra vez lo insoportable que les resultan los “niños mentirosos” y las estrategias que utilizan para hacerles decir la verdad, buscando que no les engañen y la confesión del sujeto. Se observa que a más insistencia para que el niño confiese la verdad, mayor es el empecinamiento del niño en sostener su mentira.

Dos casos lo ilustran : en uno se presentaba al niño como hermético y mentiroso. Dos significantes con los que el niño se hace un lugar en el Otro. Y se preguntaba si no sería el hermetismo una defensa que el niño había construido ante la intrusión de familiares y educadores. La mentira tiene una función doble: le permite al niño sostener su síntoma y al mismo tiempo responder a lo que los Otros le piden: que salga de su hermetismo y él les da un tipo de mensaje que le preserva. Ese mentir implica al Otro, al que se dirige, revelando la existencia del vínculo.

En el segundo caso es un niño de 11 años que es considerado como “mentiroso patológico”. Sus mentiras se extienden a su realidad escolar para transformar en bueno algo que habitualmente es malo. Los que le llevan a consulta dicen “que no reconoce su realidad, que habla de sus padres como si fuesen héroes”. En toda mentira podemos encontrar algo de la verdad del sujeto, y Susana decide creer en la palabra del niño, sabiendo que tenía que “dejarse engañar” y mostrar cierta “docilidad”. Cuando el sujeto insiste en que su padre es ideal, Susana sabe que el niño conoce la realidad, que el niño es quién más sabe de la distancia que hay entre su padre real y el ideal. Con el tiempo y las sesiones los síntomas escolares empiezan a ceder y el niño empieza a hablar “de lo de su padre”. Elaboró una construcción que le permitió organizar, ordenar y relatar una historia en la que él estaba interesado. Esto tuvo como consecuencia que su vida cotidiana empezó también a organizarse.

Susana nos plantea que con la estrategia de oponerse a la construcción que el niño nos presenta, lo único que se consigue es retrasar la búsqueda que ha de hacer el niño, aumentando su desconfianza y dificultando la posibilidad de que se establezca el vínculo educativo. En definitiva se contribuye a fijar su síntoma.

Lacan afirmaba en el Seminario «El acto analítico» que : “a veces mentir es propiamente hablando, la forma como el sujeto enuncia la verdad de su deseo porque precisamente, no hay otro sesgo que anunciarlo por la mentira y centra la operación analítica como aquella que descubre ”todo el drama humano del deseo” sabiendo que la mentira es un velo, especie de “revestimiento narcisístico con que se sostiene el amor”.

En estos casos el acto del analista está dirigido, más que a develar el contenido de la mentira, a producir un cambio de posición en el educador, diferenciando entre preguntar y “dejarse interrogar”. Dejarse interrogar es un modo de agujerear un saber que en realidad ya estaba agujereado. El agujero puede entonces convertirse en un lugar. Partiendo de ahí habrá que ver qué hace el niño con ello.

En el debate se comenta que el que pregunta se arriesga a escuchar mentiras, que la verdad no quiere decir exactitud, que la verdad no está escrita, que es algo a construir, que las mentiras sostienen un síntoma, que son una forma de expresión del deseo. La mentira como defensa ante las vicisitudes de la vida del sujeto. No forzar el reconocimiento de la llamada verdad, teniendo en cuenta que el objetivo de la mentira del niño es sostener el amor del adulto y soportar la realidad. Que es necesario acoger la palabra del niño. Que a veces se puede caer en actitudes sádicas pretendiendo que el niño asuma su realidad sin darle ni el lugar ni el tiempo que necesita. El lugar de encuentro con el analista permite al niño hablar de lo que quiera y al analista acoger la palabra del niño y sus construcciones.

 

Elsa María Pérez (Grupo de Investigación sobre Psicoanálisis y Prácticas Educativas-Cantabria – Seminario del Campo Freudiano de Bilbao)
Diversidad en las instituciones educativas

En su exposición se nos preguntaba sobre cómo articular la orientación de la teoría psicoanalítica en un centro educativo ordinario o especial, cómo tener en cuenta la subjetividad del niño y cómo darle la palabra, teniendo en cuenta que son instituciones en las que encontramos un encuadre y un discurso del lado de lo evaluativo, en el hacer, en la productividad, en el protocolo, en las respuestas rápidas…

El grupo aboga por un trabajo discreto con calado en las relaciones con el resto de los profesionales, con el alumnado y con las familias, por mantener encuentros para pensar acerca de la infancia, por la lectura y reflexión de textos.

El trabajo sobre el libro “El inconsciente del niño» de Hèlène Bonnaud, con un excelente análisis de los síntomas que surgen de las relaciones familiares y los efectos que produce dar la palabra a los niños, les ha orientado a tener en cuenta que en el comportamiento de un niño aparecen formaciones del inconsciente y síntomas, es decir, aquello que produce malestar. Nos indican que un niño no tiene los medios para soportar la angustia que se suele expresar a través de manifestaciones sintomáticas que afectan al cuerpo y a la conducta. Elsa nos interpela sobre lo que hace agujero, de la importancia de captar algo de lo que fue traumático en el encuentro con el lenguaje para un niño.

Nos dice que los síntomas más actuales como la angustia, el fracaso escolar, el desinterés hacia cualquier aprendizaje, o la ausencia de deseo para asumir un rol en la sociedad, el repliegue sobre sí mismo, los síntomas del cuerpo, la tristeza, la agitación son tratados en el texto de Héléne desde el sufrimiento que producen en el niño y no desde la vertiente del comportamiento y la conducta.

Se trata de poder leer algo de lo que se manifiesta bajo esos síntomas y de cuestionarnos la manera de intervenir como profesionales.

Héléne nos presenta centros médicos de atención para padres y niños, como lugares de acogida con la función de recibir las quejas y escuchar los problemas que van surgiendo.

Elsa reflexiona sobre lo que el psicoanálisis puede aportar a las instituciones educativas regidas por cierto automatismo de repetición sin registrar los efectos indeseables de su discurso normativo. También se trata de leer lo que ocurre en la institución familiar donde hay vínculos que se hacen y se deshacen, que se rompen, que no se pueden hacer, efectos producidos por el amor, por el odio, por la dificultad que entraña el ser padres y también el ser hijo.

Elsa considera que el espacio para acoger la palabra del niño debe ser protector. Un espacio donde los profesionales manifiesten interés por conocer algo de la singularidad del sujeto para que pueda desplegar sus embrollos y sus impasses subjetivos. Y es aquí donde se interroga sobre cuáles son las cuestiones que pueden ser tratadas por el discurso educativo y cuáles quedan fuera de su ámbito y deben derivarse a profesionales del ámbito clínico.

En los últimos tiempos nos encontramos que en la institución educativa hay un borramiento de esta delgada frontera, donde lo clínico se ha deslizado al campo educativo, utilizando el término “psicoeducativo”, utilizando técnicas como el apoyo emocional, resolución de problemas, entrenamiento educativo…

Para el grupo de Cantabria es importante no considerar la intervención educativa exclusivamente como un protocolo de aplicación general, dar un tiempo al niño y a la acción educativa para que el niño pueda consentir a los aprendizajes. Estos solo se producirán si se construye un lazo con el niño donde se aloje la demanda del niño y la de los padres.

Es necesario que el profesional pueda situar las intervenciones pertinentes, escuchando y sosteniendo las relaciones entre el niño y sus padres, intentando no desencadenar lo real en juego de la patología que se presente en cada caso. Y es aquí donde aparece la pregunta de cómo poder dar un lugar al sujeto en la institución educativo y sobre la responsabilidad ética, de cómo derivamos a otras disciplinas.

En torno a la exposición surgen distintas intervenciones que se podrían resumir en: que lo terapéutico ha invadido lo educativo para prevenir el sufrimiento, para no caer en lo patológico, la necesidad de separar lo clínico y lo educativo, que si los psicólogos educan los educadores terapeutizan, el riesgo que se corre de desnaturalizar el goce del niño.

Es fundamental preguntarnos y reflexionar sobre cuándo es necesario derivar a otro profesional, adónde, a cargo de quién, cuándo le toca intervenir a cada práctica y su discurso, qué estatuto se le da al saber escolar y su funcionalidad. Se retoma el papel de los cuentos básicos en la construcción del saber que da el educador y la construcción personal del sujeto. La necesidad de buscar el límite y rigor del propio discurso. La necesidad y posibilidades de encontrar lugares de conversación. El poder conversar con otros, elaborando un saber en red entre varios discursos para construirse en la conversación con el otro.

Se constata que a veces se produce un maremagnun entre los profesionales pero sin escuchar al niño. Se insiste en que cada profesional tiene que tener un discurso con rigor y derivar lo más tempranamente posible.

 

 María Verdejo (Grupo de Investigación Prácticas Educativas – Seminario del Campo Freudiano de Bilbao)
La cuestión de la escuela: ¿maestro dónde estás?

Las preguntas y las reflexiones en torno a la escuela siguen abiertas: qué es la escuela y qué debe ser, cuál es su papel, cuáles son los objetivos de la educación, por qué medios pueden conseguirse, qué métodos, qué contenidos son los más adecuados, las conductas, el papel de la sociedad, el futuro de la escuela…

Todos los cambios de época producen una crisis en la educación y el niño, sujeto de la misma, tiene para el educador un doble aspecto: es nuevo en un mundo que le es extraño y está en proceso de transformación, es un nuevo ser humano y, a la vez, se está convirtiendo en un ser humano. La educación para el niño no es solo una función vital, es algo más que el entrenamiento para la supervivencia.

Freud mantuvo que como seres de pulsión que somos no todo podría ser educable pero que el niño y el joven se beneficiaban de la educación para alojarse de “alguna» manera en la vida social.
El profesor en la escuela se ve confrontado al vacío de sentido, entre cuyos límites se ve obligado a medir su propia palabra, a una buena preparación en la materia a impartir, a estar al día en el mundo en el que el niño vive, pero también debe preservar un vacío para alojar al alumno concreto, el uno por el uno, incluso momento a momento, para dar lugar a la posibilidad de un encuentro con el niño o adolescente para alojar su deseo de aprendizaje.

Ante los protocolos de actuación para ayudar al nuevo profesorado que llega a los centros una maestra propone: una buena preparación en la materia a impartir, tener una clase bien organizada, estar abierta a un encuentro nunca previsto de antemano, un vacío de exigencia que permita al niño encontrarse con el docente y que éste se deje llevar por ese no saber cuándo y cómo se va a producir, asumir que no lo sabe todo, que todo no lo podemos prever, que somos maestros no adiestradores.

Se trata de producir un vacío para hacer posible la puesta en práctica del proceso de enseñanza/aprendizaje, vaciado del saber del Otro, sin el cual no hay posibilidad de generar esa posición activa del alumno que requiere todo aprendizaje y atravesar la ilusión de que el Otro tiene todos los conocimientos pudiendo dedicarse a su propia búsqueda, es decir, a constituirse en sujeto de la educación.

El propio límite del saber del docente como Otro para el niño, el prestarse a darse como agente de la educación en el encuentro con el aprendizaje del niño y los objetos de la educación, el ofrecimiento a una reinvención del vínculo educativo, potenciando la transferencia de trabajo, sin someterse a una repetición siempre idéntica a si misma, el potenciar la alegría de aprender, el dejarnos sorprender cuando se produce el instante de enseñanza/aprendizaje, debieran ser ejes para la tarea educativa.

La relación entre el alumno y el maestro se va construyendo través de la materia, es desde los contenidos desde donde se instaura el Otro del saber que el profesor encarnará para el niño, alcanzándolo en su formación como ser humano.

Lo que hace que la escuela siga adelante, más allá de las épocas, de los cambios, es el lugar desde el que el docente se siente comprometido a enseñar a los niños, sosteniendo un tiempo de futuro posible, ofertando nuevas formas de canalización/destinos de las fuerzas pulsionales como anudamiento de la palabra y el cuerpo. La cultura puede defendernos frente a la pulsión de destrucción.

La escuela está llamada a ejercer en la formación del sujeto y en el proceso de humanización de la vida. Desde el campo psicoanalítico se podría decir que la escuela está en el lugar del deseo de enseñar, que hace a la profesión del maestro.

La escuela es el lugar de encuentro entre el deseo de enseñar y el de aprender, encuentro fugaz que hay que reinventar en cada hora de clase. Y en estos momentos damos cuenta del papel insustituible del maestro que no se sujeta en los Ideales, sino en el objeto causa de su deseo de magisterio.

María cree que es un buen momento social para alojar las invenciones de los profesores y alumnos, para las reinvenciones, para la transformación, para ir instaurando la singularidad frente a la homogeneidad, para redefinir la función docente, para abrirse al trabajo en red, con equipos abiertos a la vida, para abordar los nuevos desafíos con respuestas innovadoras.

En el debate se resalta el rescate de la alegría, de la satisfacción y del júbilo que surge cuando se atrapa un saber articulado con el sujeto, la alegría de transmitirlo, la alegría con cada nueva adquisición.

Se insiste en que el maestro debe estar en poder de un saber para evitar el maternaje. El maestro ha de causar el deseo y no podemos colocarnos en el lugar del Otro.

Se valora el derecho a la educación para todos y la necesidad de tener en cuenta este derecho y el poder trabajar el uno por el uno. En este sentido es importante profundizar en lo que se da en llamar la escuela inclusiva, el papel de la técnica, la recuperación de lo artesano.

 

SEGUNDA MESA. INTERROGADOS EN LA CLINICA

Carmen Grifoll (Grupo de Investigación acerca del niño y adolescente en el discurso analítico – Sección clínica de Barcelona)
Variaciones en la presentación de la angustia

Carmen comienza su exposición con la pegunta que trae para la Conversación: ¿Podemos hablar de angustias actuales?

Toma dos definiciones de Lacan sobre la angustia:

– es un afecto, el afecto del sujeto afectado en su relación al Otro. Se trata de los efectos del lenguaje sobre el cuerpo.

– no es la señal de una falta, sino de algo que es preciso concebir en un nivel redoblado como la carencia del apoyo que aporta la falta.

Considera que es fundamental estar atentos a las manifestaciones del malestar en el cuerpo, que son un índice de un goce que se presenta como «una pieza suelta» en relación al sistema simbólico del sujeto. Y que si la angustia viene al lugar de la falta de respuesta, si se acompaña de un vacío, habrá que preguntarse por las relaciones con el Otro, por la red de significantes en que el sujeto está sujetado.

Freud sitúa la causa de la angustia siempre en una pérdida.

E. Laurent nos dice que la angustia indica un momento de suspensión del sujeto cuando no sabe lo que el Otro quiere.

Si tomamos la angustia como un momento de suspensión del sujeto, como un pasaje que forma parte de la resolución sintomática, es fundamental preguntar por las circunstancias y el momento de su aparición, pues esto posibilita la emergencia e una pregunta sobre el deseo en juego.

Niños y adolescente se encuentran actualmente con una dificultad para encontrar palabras que los deja más solos frente a la emergencia de los real. Carencias simbólicas que les dificultan poder representarse.

Ilustra su exposición con dos viñetas clínicas:

– una chica de 16 años, que se presenta en consulta con un informe de urgencias en el que refieren crisis de ansiedad. Carmen le invita a hablar de lo que le pasa, acogiendo de esta manera la angustia. Las entrevistas permiten pasar de la angustia inicial a situar los significantes que enlazan al sujeto con el discurso del Otro así como su posición de goce. Plantea la hipótesis de que en este caso la angustia parece ligada a la caída del padre.

– una niña de 13 años que consulta acompañada de su madre por un síntoma de oposición, problemas de conducta, y fracaso escolar. Es la madre la que presenta un síntoma: cortarse, y la hija la que tiene que cuidarla. La analista interviene para autorizar a un padre caído a intervenir con su mujer, lo cual tranquiliza a la hija. A partir de ahí la hija podrá abordar sus dificultades escolares. Se pregunta Carmen si en este caso estamos ante la emergencia de lo real como angustia.

 

Begoña Isasi (Grupo de Investigación acerca del niño en el discurso analítico – Seminario del Campo Freudiano de Bilbao)
¿Cómo incluir al niño en el dispositivo analítico?

El niño se incluye en el dispositivo analítico cuando construye un síntoma bajo transferencia. Desde el psicoanálisis se trata de distinguir el síntoma del niño del niño como síntoma de la pareja parental. Se trata, como dice M.H. Brousse de dirigirse al sujeto y no a la entidad familiar. Se trata para el niño analizante de pasar de ser un síntoma, a tener un síntoma.

El Grupo de investigación ha trabajado este curso sobre la violencia en el niño, la cual nos interroga sobre su condición de síntoma o de satisfacción pulsional. Si el síntoma es sustituto de una satisfacción pulsional, un goce rechazadado, la violencia en cambio es pulsión, no hay sustitución de goce, por tanto, la violencia no es un síntoma. El precio del proceso de represión es el síntoma.

El síntoma daría cuenta de la articulación del inconsciente transferencial, mientras que la defensa no tiene la estructura de una represión, está antes que ella. El parletre se encuentra crudamente confrontado a lo real, sin interposición del significante. Se trata de molestar a la defensa.

Begoña presenta el caso de un niño de 6 años, derivado por su andereño porque pega a los otro niño, se porta mal, y se enfada en exceso. El rechazo materno hacia este hijo aparece en un primer plano, mientras es compensado por el favoritismo del padre. Sus síntomas, nerviosos, rabietas, pesadillas, se agudizaron con el nacimiento de la hermana, 3 años menor, favorita de la madre.

En consulta Jon se siente cómodo, dibuja, comenta sus dibujos, habla de sus pesadillas sangrientas y violentas. En la tercera sesión comenta que ya no pega, y que se enfada y pega cuando se meten con él. En la cuarta sesión, el padre le deja en la consulta diciéndole: «Ahí te quedas con tu amiga», y ya no volverán más.

Jon se encuentra respecto a la pareja parental situado entre el rechazo de la madre y ser el objeto del padre.

Podemos pensar la violencia como un pasaje al acto, y no como un síntoma. Violencia sin palabras que parece ser un intento de defensa frente a un imposible de soportar. Esta violencia cede cuando puede hablar de ella mediante los dibujos de sus pesadillas, se produce entonces una sintomatización y la emergencia de un sujeto.

En el debate posterior a estas exposiciones surgieron aportaciones en la línea de que la pulsión de muerte es un desplazamiento, el inconsciente como tropiezo, que al decir “es mentira” se produce el desplazamiento con una mejoría sintomática, que hay una manifestación de la angustia en el cuerpo.

La importancia de decir: ”habla de lo que te pasa”, del desplazamiento del goce, de que el odio está al lado del Eros, de que la angustia es un afecto que no engaña y que el afecto es un desplazamiento. La manifestación de la angustia por debajo de lo que le ocurre al sujeto, que está angustiado sin saberlo, que el cuerpo está afectado.

El no precipitarse en calificar como violencia actos violentos. La diferencia entre agresividad y violencia.

El papel de las pesadillas del sujeto para intentar separarse del ser violento. El niño a lo largo de las sesiones desmentirá cómo es presentado por los adultos cuando acuden al psicoanalista. Cómo el niño está suspendido en el deseo del Otro y la importancia del inconsciente del niño y de su relación con el lenguaje. El niño vive asustado con el significante de violento.

Se trata de encontrar al mediador, de espacios de encuentro en los que los niños que llegan nombrados por la violencia como significante puedan hacer surgir la angustia.

 

Cristina Valverde
Ana Zabala

 

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
introducción al escrito

ENRIC BERENGUER

9/12/2017

 

Enric Berenger realiza una introducción al escrito de Lacan “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Un escrito de 1959.

Se trata de un texto muy importante que contiene la teoría clásica de Lacan sobre las psicosis. Momento importante de su enseñanza en el que retoma el trabajo desarrollado en el Seminario III. Una teoría de las psicosis que se basa en aislar un mecanismo causal del mecanismo psicótico como tal. Retomando la cuestión de las psicosis en el punto en el que Freud lo dejó. Freud plantea buscar la especificidad de la psicosis con respecto a la neurosis. Freud no alcanza a responder a esta pregunta y Lacan tratará de articular una respuesta a esta pregunta freudiana. Freud señaló que los síntomas psicóticos no se guían por el mecanismo de la represión, como en las neurosis donde encontramos la formación de los síntomas bajo la fórmula el retorno de lo reprimido.

Con respecto a las psicosis, Freud vacila. Busca algo específico y nos habla de un rechazo de la realidad. No obstante, el término rechazo es muy vago, ¿Qué es lo que se rechaza? En algunos textos de Freud, compara el mecanismo de rechazo de una realidad insoportable con el rechazo de la percepción de la castración materna en el fetichismo. Una denegación. En cualquier caso, a Freud le cuesta distinguir lo específico del síntoma psicótico.

A lo largo del Seminario III Lacan trata de progresar en la naturaleza de este rechazo. Lacan toma como punto de apoyo una referencia de Freud sobre un caso difícil de clasificar, se trata del hombre de los lobos, historia de una neurosis infantil. Freud aísla síntomas que parecen obsesivos, fóbicos, histéricos, pero también encuentra elementos hipocondriacos y, al final de la cura, elementos de tinte persecutorio. Posteriormente a ser atendido por Freud, el hombre de los lobos hará dos tratamientos con dos alumnas de Freud. Estas destacan la dimensión persecutoria que hace plantearse el diagnóstico.

Freud habla de un incidente aislado, pero se da cuenta de que no sigue la lógica del síntoma neurótico. Una alucinación visual y negativa, el dedo cortado. El niño juega con una navaja, la cierra y se hace un corte en el dedo. El niño se ve el dedo cortado. Su reacción es de pánico y estupor, y durante un rato piensa que el dedo ha desaparecido. Freud destaca que éste no es un fenómeno en el que se pueda apreciar la lógica de la represión. Habla de rechazo, hay algo que ha sido rechazado. Lo que ha sido rechazado retorna en la realidad. El rechazo de la castración retorna en una alucinación. Freud señala que no ha sido rechazado en el sentido de la represión, sino que lo rechazado retorna en la realidad, en la percepción.

Este ejemplo ofrece a Lacan una indicación para buscar esa fórmula específica de rechazo a la que Freud se había referido de manera un tanto ambigua. Un mecanismo causal del fenómeno psicótico, diferente a las definiciones anteriores. No se trata ni del rechazo perverso, ni del rechazo neurótico, sino de un rechazo cuyo efecto sintomático sería una alucinación. Lacan tiene la intuición de que es a partir de este rechazo que se puede pensar otra cosa. Es decir, Lacan aisla el mecanismo psicótico en un caso, el hombre de los lobos, que ahora pensaríamos como un caso de psicosis ordinaria.

Hay todo un trabajo de formalización a partir de esta intuición. Hay tipos de rechazo que son más radicales y parecen vinculados a una elaboración simbólica. Algo que no sería elaborado simbólicamente para introducir esa negatividad en el mudo, y eso aparece de manera alucinatoria. Lacan no tiene claro cómo introducir este rechazo. Se plantea si existe algo de un límite de la simbolización en todo sujeto humano. No todo está simbolizado. La entrada del significante en el mundo del sujeto, y lo que queda fuera de esta simbolización. Los límites de la simbolización para todos y el problema más específico del psicótico. Esta problemática es la que Lacan aborda en su texto.

Se puede situar un momento de simbolización en el sujeto, queda un resto no simbolizado. Pero para que esto de lugar a síntomas psicóticos hay necesariamente que encontrar algo más determinado. La respuesta de Lacan será sostener que no se trata de pensar algo excluido de lo simbólico, sino que se trata de la no admisión de una serie de significantes fundamentales, y en particular lo que llamará el Nombre del Padre. Esto se vuelve actual cuando Lacan dice “todo el mundo es loco”, porque lo simbólico no recubre todo lo real, y hoy tenemos la forclusión generalizada. Lo simbólico es siempre menos que lo real, siempre el real es más grande. Pero no es lo mismo “todo el mundo es loco”, que “todo el mundo es psicótico”. El ser humano pasa toda la vida defendiéndose de lo real, hay siempre un trabajo de simbolización que nunca está hecho del todo. Pero esto es diferente de la aparición de fenómenos psicóticos.

Lacan se fija en el papel fundamental del complejo paterno en algunas formas de psicosis. El caso Schreber, estudiado por Freud a partir de sus memorias. En ellas, el propio Schreber argumenta que él no está loco, sino que ha sido víctima de la persecución de dios, es dios el que está loco. Freud estudia este relato detallado de los fenómenos psicóticos y destaca dos cosas.

1- La importancia del complejo paterno. La dimensión del padre en el delirio transformado en la figura del psiquiatra y en dios. Son figuras que tienen algo que ver con la función paterna.

2- Con respecto a la causalidad. Fenómenos que tienen que ver con la transformación sexual. Quejas del sujeto que siente la voluntad de cambiarlo de sexo. La respuesta del sujeto a una homosexualidad inconsciente. Freud pensaba que la paranoia era efecto de dos inversiones. Por un lado la atribución al otro del postulado “yo te amo”, el otro, un hombre, me ama. Por otra parte la inversión del amor al odio, a la persecución. En la paranoia había un rechazo de una homosexualidad inconsciente.

Por su parte, Lacan trabajará sobre dos textos, las memorias de Schereber y el texto de Freud sobre el caso Schreber. Lacan toma algunas cosas de Freud pero también critica la tesis de la paranoia como efecto de una homosexualidad inconsciente. Lacan lee la importancia del complejo paterno y lo hace en función del concepto de forclusión del NdP. Por su parte, añade otro elemento para la discusión, algo que propone situar en el lugar de la tesis frediana sobre la homosexualidad y la paranoia. Para Lacan no se trata de homosexualidad, sino de lo que llamará, siguiendo a Schreber, un delirio transexual, la transformación del sexo. Y a partir de aquí acuñará un concepto, “El empuje a la mujer”. Un término que tomará un alcance general, es decir, más allá del caso Schreber, lo tomará para poder pensar otras psicosis.

Podemos decir que en estos momentos de su elaboración Lacan tiene dos frentes:

1- Formalizar una teoría de la forclusión del Nombre del Padre.

2- La teoría del empuje a la mujer.

¿Cómo entender la psicosis y su desencadenamiento? ¿Por qué se desencadenan en un momento determinado? Lacan planteará la coyuntura del desencadenamiento.

La causalidad, Phi 0, es la forclusión del NdP. Pero también abordará la coyuntura del desencadenamiento. ¿Por qué? Porque la forclusión ha estado allí durante mucho tiempo, y Lacan intentará explicar por qué un sujeto puede funcionar durante muchos años y a partir de un momento comienzan a aparecer fenómenos psicóticos. Sostiene así una visión discontinuista de las psicosis no destacando la idea de que la psicosis ya está, y se desarrolla. Sino que el desencadenamiento es un momento de discontinuidad. De repente hay una discontinuidad.

1- La causa, que puede estar latente durante muchos años.

2- De repente hay un desencadenamiento.

Esto implica un elemento tercero. Si por un lado está la causa y por otro el desencadenamiento, ¿Qué hay en medio? ¿Qué es lo que ha permitido que el sujeto se mantenga estable durante un tiempo?

Tres elementos:

1- Causa

2- Qué es lo que permitió al sujeto estar bien…

3- Desencadenamiento

Otro aspecto de este texto a tener en cuenta. Lacan toma una posición, plantea que la psicosis no es algo de una aberración, sino la consecuencia de la relación del sujeto con el lenguaje. Los síntomas psicóticos se muestran a cielo abierto, algo que tiene que ver con la estructura del lenguaje. No es un disfuncionamiento, sino que hay algo muy normal en la psicosis, hasta tal punto que cuesta pensar por qué no somos todos psicóticos. Lacan discute con una forma compartida de pensar las psicosis, a la que opone su forma de pensarlas. ¿En qué consiste esa forma compartida por la psiquiatría, la psicología, o el psicoanálisis del yo? Lacan considera que hay una tradición, desde la filosofía, en la que se piensa el aparato psíquico a partir de unos prejuicios que aun no han sido objeto de una transformación epistémica. No ha habido, a este respecto, un corte epistemológico. Es una tradición que es heredera de la psicología de Santo Tomás de Aquino. Y que se basa en la crítica de la concepción del fenómeno psicótico fundamental, la alucinación, entendida como una percepción sin objeto, un error de percepción. Lacan plantea una teoría alternativa, planteando que en la alucinación no se trata de la percepción, sino que lo aborda como un fenómeno de lenguaje.

La alucinación como percepción sostiene que hay un fallo en el que percibe, es decir, en la instancia perceptora, que produce una alteración en lo percibido. Estas teorías que sostienen la alucinación como una percepción errónea comparten el presupuesto de que hay un fallo en la síntesis subjetiva. El yo introduce una unidad, una síntesis, en algo que es múltiple. El mundo es múltiple en percepciones. Un fallo del yo, que no pude hacer la síntesis y ordenar el mundo. Hay algo de esta unidad central, este eje del mundo que es el yo, que fracasa en su intento de transformar este mundo múltiple en algo ordenado. Lacan sostiene en cambio que no hay que pensar la alucinación como un fracaso del yo para organizar esa unidad de síntesis. No es el yo como el órgano que pueda organizar el mundo sino que hay algo diferente que tiene que funcionar como síntesis. Lo plantea, no como el yo, sino como una síntesis subjetiva. ¿Qué operación hace el sujeto para producir esa síntesis? Se trata del sentido en la palabra. Ya no se trata de la percepción sino de una “síntesis” (entre comillas) subjetiva. No es el yo, sino una operación del sujeto en el nivel del sentido pleno de la palabra (no de la percepción). Lo que se ordena es la relación del sujeto con el sentido. El sujeto se enfrenta al mundo que es el equívoco del lenguaje.

¿Qué es lo que hace nudo para el sujeto? ¿Cómo el sujeto consigue producir algun anudamiento en un mundo que es una confusión de sentidos? En el mar del lenguaje.

Lacan introduce el término palabra, que hay que escuchar diferente del lenguaje. Eso múltiple y confuso que es el lenguaje, un equívoco, sin embargo el sujeto consigue construir algo que es la palabra, ser el agente de la palabra. ¿Cómo el sujeto se constituye en el agente de un discurso? La instancia unificadora es el “ye”, el sujeto en tanto simbólico. Pasar de vivir pasivamente el lenguaje, el eco de las voces de los otros, a ser agente de su propia voz. Asumir la palabra es muy difícil, porque hay algo en la realidad del lenguaje que es algo xenopático. El lenguaje viene del Otro. El sujeto está siempre dividido, incluso cuando habla. Hablamos y nos escuchamos hablar. La división. La alucinación es escucharse sin saberlo. Lo raro es no alucinar porque el lenguaje tiene siempre una dimensión de extrañeza.

¿Cómo el sujeto se atribuye un lugar en su propia enunciación? Las paradojas. La paradoja es que hay algo en la relación del sujeto con el lenguaje que es paradójico a dos niveles. En primer lugar, cuando la palabra viene del otro. Esto abre la posibilidad del sujeto de obedecer en tanto que el Otro ordena su escucha. La palabra es siempre imperativa, una orden. Una orden a la que es muy difícil no obedecer. Como mínimo me obliga a escucharlo. Este efecto de que la palabra se le impone al sujeto como una orden, la palabra tiene un efecto imperativo, solo con oírla el sujeto cae bajo el golpe de la sugestión. Cuando la palabra viene del otro hay un efecto de sugestión. Nos sentimos aludidos. Si alguien dice “idiota” en la calle, en un primer momento nos alude. ¿Por qué me ha llamado idiota? ¿Cuál es la intención? Una respuesta paranoide, “me lo dice por algo”. Solo por oírla toca algo de real en mi. La defensa es “¿Cuál es la intención?”, o bien, me lo dice pero él es el portador de un discurso que no es el suyo. Entender es un efecto de sugestión. La intención se mantiene en reserva.

En segundo lugar, tenemos la relación del sujeto con su propia palabra. El sujeto también está dividido. No puede hablar sin oírse. No se trata ni de la acústica ni de la conciencia. Los sujetos con alucinaciones hablan sin darse cuenta. La cadena significante se impone al sujeto en su dimensión de voz, de mensaje. “Idiota”, yo escucho la cadena significante. La atribución subjetiva, como eso se refiere a mi, ¿cómo me identifico en relación a eso que oigo? ¿soy yo el idiota? La cadena significante reclama que el sujeto se identifique. La cadena significante apela a la identificación del sujeto, le impone situarse con respecto a esa cadena. Algo me concierne a mí, “yo soy una marrana”, se lo atribuyo al otro.

Escuchar el significante aislado como algo que se impone al sujeto como una cadena significante, que dice algo de su goce. El lenguaje reclama una identificación, el sujeto se tiene que identificar. Siempre, algo se impone como una cadena significante. Tener que identificarse con cómo me sitúo yo al respecto de esa cadena significante. La atribución subjetiva. ¿Qué soy yo con respecto a eso? El sujeto tiene que situarse. El sujeto necesita un tiempo, el tiempo de la identificación. Esta temporalidad tiene que concluir con respecto a un lugar en la cadena significante. El propio sujeto rechaza asumir algo de un goce propio. Esa dificultad para asumir algo de un goce propio, un goce innombrable, le viene del otro la conclusión, “eres una marrana”. Toca algo de un goce inasumible para el sujeto.

Schreber interpreta que dios quiere que sea una mujer, pero fue él mismo quien tuvo la idea. Hay algo de su propio pensamiento, que nombra algo de su goce, la imposibilidad de identificarse con ese pensamiento y le vuelve bajo la forma de una alucinación. Es un problema de identificación, no de percepción. Una palabra en la que hay algo de su goce que está implicado. No es una percepción sino la dificultad de asumir algo de un goce propio, metaforizándolo, negándolo, sublimándolo. Asumir algo de ese goce pero mantenerse a cierta distancia, protegerse de ello. “No es mi madre” decía el neurótico. Es un tratamiento que tiene en el origen una inscripción moderada por una simbolización, “no soy marrana pero hago marranadas”. Una identificación que el sujeto no puede asumir. ¿Qué hace el sujeto con eso? Una vía es la megalomanía. Ser la mujer de dios es importante, el sujeto se identifica y se aporta un mecanismo de compensación.

¿Cómo el sujeto puede acabar asumiendo una forma de identificación rechazada por mediación de un delirio? Esta identificación está vinculada al acto mismo de la palabra. Hablar en nombre propio es identificarse, atribuirse un lugar con respecto a la cadena significante. Asumir un goce que es vehiculado por la cadena significante. Siempre hablamos del goce que nos habita. Hablar es un destino de la pulsión. Es lo que está en juego en toda palabra, para pasar de ser el eco de un mundo caótico, es que hablar es un destino de la pulsión. La cadena significante implica esa dimensión de goce. Una dimensión del goce que está siempre ahí. Por eso lo que dicen los demás me concierne. Ese goce oscuro que nos habita siempre está dispuesto a encarnarse en una injuria. Un real que no consigue acabar de representarse y que se muestra siempre dispuesto, disponible. Un goce que concierne al sujeto por el hecho de hablar.

Causa- lo que hay en medio- desencadenamiento.

El encuentro con un padre. Cuando se produce una llamada a la función del Nombre del Padre. En Schreber se trataba del nombramiento como presidente de la Corte Suprema. Asumir una posición nueva. Hasta entonces, Schereber se amparaba en otras identificaciones, como por ejemplo ser el marido de su mujer. Representante supremo de la Ley, la función paterna es convocada a su más alto nivel. Entre el deseo y la Ley. Identificarse con el que dice la Ley. Todo lugar de autoridad tiene un lado de castración. Una pérdida que permite al sujeto asumir ese lugar, un lugar que podría ocupar otro.

Schreber no tiene esa instancia, hay algo de la forclusión del NdP que le impide ocupar ese lugar. No puede asumirlo. El padre de Schreber era alguien famoso en el sistema educativo. Finalmente existen unos datos biográficos de los que Lacan no disponía. Schreber se vio confrontado a un conflicto. Su padre legó una fundación dejando el nombre de Schreber para ser utilizado por franquicias educativas. Schreber tuvo que dirimir esa cuestión, dictando entre dos franquicias educativas quien podría usar su nombre. Tenía pues que firmar algo en nombre de su padre.

Por su parte, el padre de Schreber encarnaba una posición de confundirse con el agente de la Ley. Un padre que no estaba castrado. Su impostura era pues confundirse con la función. Un padre en términos absolutos, sin el límite de la castración, sino como agente de la Ley. Su deseo particular, y la Ley, se confunden. El legislador sin límite.

Hay dos vertientes del texto en el caso Schreber.

1- La identificación del sujeto vinculado a la asunción de la palabra. Ubicarse como agente de un discurso asumiendo algo del goce vehiculado en el discurso.

2- Por otro lado, la problemática del padre. Un padre capaz de igualar su enunciación particular a la enunciación de la Ley. El puro capricho de un sujeto sin límite.

Hay también un elemento más. La elaboración entre lo imaginario y lo simbólico. Hay un progreso de esta relación. Cómo pasar del esquema L a una forma más elaborada de la estructura de la subjetividad en el esquema R. La relación entre lo imaginario y lo simbólico. En el esquema R no se trata unicamente de pensar un imaginario reducido al estadío del espejo, una inercia, sino de una relación más compleja en la que elementos de lo imaginario tengan suplencia con respecto a las carencias en el plano de la identificación simbólica fundamental. Pudiendo haber identificaciones que estabilicen al sujeto. Una teoría de la suplencia, entre lo imaginario y lo simbólico.

El esquema I permite pensar sobre el tipo de transformaciones subjetivas que se producen a partir de la elaboración del delirio. El delirio tiene una estructura. Una estructura diferente a la estructura de la subjetividad.

La relación del sujeto con la estructura del lenguaje. Un elemento nuevo que marca la diferencia. Se puede comparar la estructura del caso “marrana”, en el Seminario III y en el escrito de una cuestión preliminar. Hay matices. En el Seminario III Lacan aplica la teoría de un lingüista, Benveniste. Sin embargo, en los escritos aplica la teoría de Jacobson.

En la cuestión preliminar, con Jacobson, no hay en el Otro ninguna garantía sino que lo que acentúa Lacan es que la estructura misma del lenguaje confronta al sujeto con una falta fundamental. La estructura del lenguaje tiene una dimensión de profunda división. La estructura está marcada por una agujero constitutivo que apunta ya a la división del Otro, la confrontación del sujeto con un lugar vacío. El acto mismo del sujeto con su propia enunciación es la respuesta posible a ese vacío que habita el lenguaje. Lacan progresa de la idea de otro que podría funcionar como garantía hacía la ausencia de garantía. El Otro no tiene la respuesta. No hay otro que pueda justificar el goce del sujeto. Más responsabilidad para el sujeto. Soportar una identificación implica también un goce, reconocer una satisfacción. Por su parte, con respecto a la inocencia paranoica, esta responsabilidad sería atribuida al Otro.

Recomendación de lectura, “Causa y consentimiento”, Miller, Freudiana.

 

Cosme Sánchez Alber

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
“Hacia Freud”

OSCAR VENTURA

27/01/2018

 

La clase de enero, impartida por Oscar Ventura, estuvo dividida en dos partes: una con un comentario más general al Escrito y otra más centrada en el apartado “Hacia Freud”.

Tomando el comienzo del título del Escrito “Cuestión preliminar” el doctor Ventura planteó que lo preliminar se refiere a lo preliminar a la transferencia. Siguiendo la nosografía freudiana clásica entre las neurosis de transferencia y las neurosis narcisistas, estas últimas dejaban el campo de las psicosis como no analizables. Por lo tanto cabe preguntarse como orientación general al texto, qué lugar ocupa el analista en la clínica de la psicosis , diferenciando claramente una clínica psiquiátrica de la mirada de una clínica de la escucha, donde el analista se sitúa en la posición de secretario del alienado. Otra cuestión fundamental del texto y de la clínica sería la relación que tiene el sujeto con el lenguaje y con la enunciación.

El apartado “Hacia Freud” queda enmarcado en la crítica de Lacan a la tradición filosófica, psiquiátrica y psicológica en su manera de entender el fenómeno alucinatorio, como tratándose de una percepción sin objeto. La novedad lacaniana es tratar la alucinación a partir de la cadena significante. Por lo tanto la alucinación no es descifrable a partir de un yo percipiens, unificado y sintetizador ocupado de la percepción sensorial. Ese yo está dividido y la cuestión es tratar al sujeto en su relación al lenguaje. La percepción se estructura por la retroacción de la cadena significante. Esa cadena se impone al sujeto en su función de voz áfona, no como percepción acústica. En la psicosis esa voz áfona se realiza y es escuchada en su sonoridad viniendo de lo real. Se da un cambio de atribución de lo áfono a lo sonoro y el sujeto no la reconoce como propia. Falta el elemento de propiedad de esa voz.

A lo largo de la clase Oscar Ventura ánimo a los participantes a las interrupciones, a las preguntas… Se planteó una interesante distinción entre los fenómenos de cuerpo y el acontecimiento de cuerpo, además de un sugerente apunte relacionando la música con la lalengua y su resonancia en el cuerpo.

 

Iñigo Martinez

 

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
“Con Freud”

JEAN DANIEL MATET

24/03/2018

 

Jean Daniel Matet comienza la clase dedicada al punto III de la Cuestión Preliminar Con Freud explicando una pequeña cronología que va desde la instancia de la letra fechada en Mayo del 57 y Enero del 58 cuando termina de escribir De una Cuestión Preliminar

En los capítulos previos e introduciendo las referencias freudianas al caso Schreber, la introducción al Narcisismo y Pérdida de realidad en la Neurosis y la Psicosis señalará que el problema no es la pérdida de realidad sino el resorte que lo sustituye.

Podríamos decir que Lacan del Seminario III a la cuestión preliminar arregla sus cuentas con la fenomenología. Recordémoslo, la fenomenología había alimentado la filosofía francesa, alemana y anglosajona, produciendo grandes filósofos como Husserl, Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty. Harán falta 10 años para que Lacan se desembarace de la fenomenología. En la fenomenología habría una suerte de identificación entre el sujeto, la conciencia y la intención de significar. En el Seminario I el Otro es la Alteridad por excelencia, en el II El Gran Otro introduce la la dialéctica del reconocimiento. En el Seminario III dirá que la psicosis comienza cuando el Otro toma la iniciativa, hay una percepción en el Sujeto de la intencionalidad del Otro. La Primera parte de la Cuestión Preliminar nos presenta un Otro gobernado por la Instancia de la Letra y por las leyes del lenguaje. Pero dará un importante golpe sobre la mesa para desasirse de la fenomenología al remarcar que es en el Percipiens donde podemos aprehender el Perceptum. Es quien percibe quien va a poder explicar lo percibido.

El capítulo Con Freud se compone de 7 párrafos que analizará al detalle:

1- Recuerda el pensamiento filosófico previo al psicoanálisis: La fenomenología y la dimensión de la Otra cosa. Retomará el ça pense (la cosa piensa) para introducir ese Otro sitio llamado por Fechner como la otra escena, con lo que pasará a la formulación científica de la relación con ese Otro del Sujeto.

2- Retomará el esquema L introducido en el Seminario II, donde articulará la cuestión misma de la existencia del sujeto ¿Quién soy? en relación al Otro. Explica cómo el Sujeto está estirado en los 4 puntos del esquema L, a saber S, a y a´ y A el lugar desde donde puede planteársele la pregunta sobre su existencia.

3- Con el descubrimiento del inconsciente de Freud y los elementos lingüísticos que hacen su articulación, Lacan conjuga el descubrimiento que hace con Levi Strauss de la estructura y luego el que hace con Jacobson, que le permite despejar metáfora y metonimia (que vinculará con condensación y desplazamiento), dicho de otra manera las leyes del significante y del significado.

4- Se apoya en Freud y en la función directora de una articulación significante, del aparato simbólico que minimiza la dimensión imaginaria para desprenderse de la teoría Jungiana que llama como mántica y la coloca entre a-a´.

5- Estructura combinatoria del esquema L y su topología cuaternaria

acbi bitacora27 esquema l

Matet explicará a continuación la introducción del esquema L: de la página 365 del Seminario II, donde extrae las consecuencias del Estadio del espejo como formador de la función del yo del 49, donde el infans se identifica en esta imagen primera, identificación imaginaria que da al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo prematuro. En el esquema L el Gran Otro ocupa el lugar del testigo de la escena y en las redes de su discurso el sujeto será capturado, se precipitará su yo. A será el lugar de la función de la palabra. Donde el niño se inscribe, en esa matriz simbólica.

En el esquema L el sujeto está estirado en sus 4 puntos.

La separación tópica del S sujeto (Je) y el Yo (moi) (a) permite captar hasta qué punto el Sujeto no es Yo. Lo que por otro lado nos enseña el análisis es que el yo es una fórmula fundamental para la constitución de los objetos. La relación imaginaria constituirá el muro del lenguaje y el Gran Otro quedará más allá del lenguaje, por lo tanto el análisis debe encarar el pasaje a la palabra verdadera, al otro lado del muro. La palabra verdadera también es la del inconsciente como discurso y El inconsciente es el discurso del Otro, dirá Lacan a los Comentarios de Jean Hyppolite.

Matet dará una explicación del juego de Bridge en analogía al dispositivo analítico: El sujeto entrará en el juego como muerto, excluido del triángulo simbólico, forcluido como tal del sistema, pero será como vivo que va a jugar la partida en la medida que se haga representar por los significantes del Otro.

acbi bitacora27 esquema r

6- La construcción del esquema R a partir del esquema L:

Situamos por un lado el triángulo de lo Imaginario y por el otro el triángulo de lo simbólico, la banda de Moebius, de la realidad, en el centro. En la nota añadida en 1966, se ubicará en el esquema R el objeto a, desarrollando la fórmula del fantasma: S/ losange a. La banda de realidad será un plano proyectivo real que está desarrollado por Miller paso a paso en Matemas I en Suplemento topológico para De una cuestión preliminar.

Los elementos imaginarios (a´-a) dados por el estadio del espejo proporcionan una estructura para servir de homólogo a la relación simbólica Madre-Niño. Donde M es el significante del objeto Madre e I es el Ideal del Yo, dando base al triángulo simbólico y al cuadrángulo de la Realidad. En el vértice imaginario el Sujeto se identifica con su ser de vivo: Fi/S que comanda el triángulo imaginario Fi-m-i. El cuadrángulo de la realidad se enmarcará en: m-i-M-I

Siguiendo la nota de Lacan de 1966 ubica el objeto a en el esquema R y explica que pone en evidencia un plano proyectivo real. El cuadrángulo R es el resultado de un corte de una semiesfera como está desarrollado en un suplemento topológico de Miller en Matemas I. Una banda de Moebius de un sólo borde donde se funden m-i y M-I. El campo delimitado de esta manera será considerado el lugarteniente del fantasma. Una vez extraído el objeto a del Campo de la realidad le dará su marco. La no extracción del objeto a tacharía, taparía el marco de la realidad, en la psicosis.

7- Freud develó la función imaginaria del falo como pivote del proceso simbólico que lleva a instalar los dos sexos por el complejo de castración. Siempre del lado del significante, de su existencia misma y al final del lado del Nombre del Padre. Padre simbólico que significa la ley, figura del padre muerto.

La importancia del esquema R se constata en la ubicación topológica de la metáfora paterna con los términos NP, DM y Significación fálica, constatando el campo de la realidad y la posición del objeto a extraído dándole su marco a este. Y como consecuencia servirá de puente entre el esquema L y el esquema I donde se explicará la psicosis de Schreber como resultado de la forclusión del NP (P0) y su efecto en la significación Fálica (Fi0).

 

Kepa Torrealdai

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
POR EL LADO DE SCHREBER (1)

Monserrat Puig

28/04/2018

 

En este apartado Lacan entra en la subjetividad de Schreber. Nos recuerda que la significación del falo debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la metáfora paterna.

La metáfora paterna consiste en la sustitución en la cadena significante de S a S´. La elisión de S´ representada por su tachadura es la condición de éxito de la metáfora, y así se aplica a la metáfora del Nombre-del-Padre, que sustituye este nombre en el lugar primeramente simbolizado por la operación de la ausencia de la madre.

En la posición subjetiva de la psicosis aparece la Verwerfung, la preclusión del significante por lo que al llamado del Nombre del Padre responde en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico, provoca un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica.

Es el daño del que nos habla Schreber con el término «asesinato de almas». Se trata de un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto.

El delirio muestra una estructura semejante al proceso mismo de la psicosis. El delirio despliega toda su tapicería alrededor del poder de creación atribuido a las palabras. Aparece en Schreber la intrusión de un pensamiento donde ve la prueba de que ha debido de pasar algo que no viene de su mente. Y tenemos una secuencia de fenómenos con los que tiene que responder porque Dios, que desconoce todo de los humanos, lo ha dejado tirado, plantado (liegen lassen). Tiene que responder con el esfuerzo de réplica. No puede ni un momento Pensar-en-nada, pues si eso ocurre aparecen:

1. El milagro del aullido. Grito arrancado de su pecho, que le sorprende y horroriza por la imagen que ofrece su boca abierta ante el vacío.

2. La «llamada de socorro» emitida desde los nervios divinos y que se motiva por el alejamiento al que se retira Dios.

3. La eclosión próxima en la zona oculta del campo perceptivo, producidas intencionalmente para él.

4. La aparición en lo real de creaciones milagrosas. Especies volantes: pájaros o insectos.

El delirio muestra que el significante se ha callado en el sujeto y hace brotar la significación en lo real. Son los efectos alucinatorios en los que aparecen el trío del Creador, de la Criatura y lo creado.

 

Angelines Monreal

 

 


 

Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
POR EL LADO DE SCHREBER (2)

Vicente PalomeRA

26/05/2018

 

En estos párrafos (págs.545 – 556) Lacan nos habla de la lógica del delirio de Schreber y desemboca en el esquema I.

En la psicosis, hay una realidad que se pierde y a través del delirio se reconstruye, como vemos con Schreber.

Él se hace partenaire de Dios. Este Dios de Schreber no sabe nada de los hombres ni del mundo, es un Dios que abandona al sujeto dejando un agujero (el agujero es por el significante que falta). Cuando Dios deja al sujeto plantado el agujero se agranda y ocurren los fenómenos (el milagro del alarido, llamado de socorro…). Screber tiene que “pensar” continuamente para que Dios no se aleje, para asegurar su presencia. Este Dios está en infracción con el orden del mundo y es voluptuoso, goza, pero es mejor su presencia que el silencio. Schreber se pone en el lugar del Creador y se pone a la tarea para mantener el orden del mundo (el orden simbólico), dar un borde al agujero. Vemos cómo en la psicosis es el Otro el que está loco, no el sujeto. Lacan enfatiza la dignidad del psicótico por el trabajo delirante de restituir la falla del Otro.

El NP, significante fálico, permite una significantización del goce, una organización, permite resolver la X del DM que es el falo. Con la ausencia del significante del NP la X del DM no se resuelve en términos fálicos. El campo de la realidad se ve perturbado entonces.

 

NP         DM

__          __

DM          X

 

Cuando funciona el NP el goce queda fuera, cuando no funciona, tenemos a un sujeto inundado de goce sin localización. El trabajo del psicótico es localizarlo, fijarlo, puesto que puede aparecer en todas partes, inundarlo todo.

En Schreber vemos primero la muerte del sujeto, luego la deslocalización del goce que se verifica en un vaivén entre el goce del Otro (Dios), y el goce del cuerpo. En un tercer tiempo Schreber consigue al verse transformado en mujer, un revestimiento, una localización. Del objeto de desecho que era para Dios pasa a ser un objeto agalmático. La imagen en el espejo está fuera del cuerpo, ya el goce no está en el cuerpo, es el goce narcisista del espejo. Ya no es un cuerpo zarandeado por el Otro. A futuro está la idea de copular con Dios y la misión de crear una nueva especie humana, como una redención de la especie.

Lacan piensa que la feminización progresa para dar solución a esta X del DM.

 

Susana Viar

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
Post – Scriptum

Guy Briole

23/06/2018

 

En la clase final del curso 2017-2018 de “Antena Clínica de Bilbao”, el Dr. Guy Briole aborda el apartado V, titulado “Post – scriptum”, del escrito de Lacan “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”.

Inicia la clase poniendo de relieve que lo que Lacan descubre es consecuencia de su relectura de Freud y no fruto del azar. La cita de Lacan: “la condición del sujeto S (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A. Lo que tiene lugar allí es articulado como un discurso (el inconsciente es el discurso del Otro), del que Freud buscó definir su sintaxis por los trozos que en momentos privilegiados, sueños, lapsus, rasgos de ingenio, nos llegan de él”. (pág. 530-531), Le da píe para explicar que es en el Otro donde se articula el discurso y que éste responde a los efectos de articulación de la cadena significante descritos como metáfora y metonimia. Apunta que a Lacan le interesa la metáfora porque del lado neurótico da cuenta de la estructura del inconsciente.

Briole destaca la importancia que tiene comprender el funcionamiento de la metáfora para entender el mecanismo del desencadenamiento y la forclusión. En un sentido amplio, nos dice, la metáfora es una sustitución que hace desaparecer un significante de la articulación de la cadena superior (el significante del Nombre del Padre). Por lo tanto, continúa, hay un significante que falta en la cadena. Sin embargo, ese significante desaparecido está en el Otro Lugar, a la espera, que para Freud es el inconsciente y para Lacan es el lugar del Otro. Es decir, un significante ha sido reprimido, pero por efecto de la metáfora puede ser reencontrado. O dicho de otra manera, la represión tiene estructura de metáfora.

Sobre el significante primariamente reprimido nos dice que, para Lacan en “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, es un significante del trauma sexual, y concretamente del significante del encuentro con un goce.

Para avanzar en la comprensión de la metáfora, Briole se remite al Seminario de Miller “Causa y consentimiento”, y nos dice que en la inscripción en el lenguaje, en la alienación significante se produce un intercambio del goce por el significante. Es esa la sustitución que opera la metáfora. En esa sustitución una parte del goce es significantizada pero no toda, queda una parte. Esa inscripción significante tiene como consecuencia una prohibición y una interdicción (la prohibición del incesto con la madre, la interdicción del goce autoerótico y la prohibición del goce como tal).

Briole subraya que para Lacan es la estructura lo que separa neurosis y psicosis. Cita que “El sujeto psicótico no quiere saber nada de la castración, incluso en el sentido de la represión”, añadiendo que supone otro mecanismo contrario al de la neurosis, y que en la psicosis lo que uno no quiere saber no puede ser reencontrado porque no ha sido reprimido. Falta el significante primordial rechazado del conjunto de los significantes. Es decir, continúa, no puede ponerse en funcionamiento en caso de que se necesitaría y eso es justo al principio del desencadenamiento de la psicosis.

El Dr. Briole dedica un tiempo para hablar de clínica y afirma categóricamente que el diagnóstico de psicosis no se hace en base a los síntomas, ni a la alucinación y que tampoco los temas sirven por sí solos para indicar un diagnóstico. “Son las circunstancias, los efectos de encuentro, la dimensión alusiva que se atribuye a un enunciado y los efectos que esta produce, es decir, la perplejidad, la dimensión enigmática y la certeza, los elementos que pueden indicar un diagnóstico.”

La cuestión del deseo. El sujeto neurótico está conectado con el deseo del Otro, nos dice. En cambio, el sujeto psicótico no se interroga por el deseo del Otro, tiene la certeza. Sin embargo, ambos encuentran la manera de responder a la cuestión de ese deseo, que es una manera de responder a su propio deseo.

Guy Briole nos recuerda la fórmula lacaniana “un significante es un significante porque suponemos que quiere decir algo en su articulación a otro significante en una cadena”. Es decir, añade, un significante solo es asemántico, no quiere decir nada. La articulación significante en la neurosis se hace en base a un significante primordial, el goce primario. De esta manera ese sujeto puede pensar que lo que le concierne puede decir algo, aunque pueda tener múltiples interpretaciones, apunta Briole.

En la psicosis falta esa articulación significante por lo que, justo al principio del desencadenamiento, el significante forcluido se presenta en lo real, no en la percepción puntualiza el docente. Que el significante vuelve en lo real quiere decir que viene solo, desconectado, fuera de la cadena. Produce dos efectos: perplejidad o su opuesto, que es la certeza, o los dos combinados. Es en ese vacío enigmático donde la alucinación constituye una respuesta a una cuestión no planteada. Briole reitera que, como consecuencia de esta deriva significante, el psicótico ve el mundo sin el efecto de la metáfora ni de capitonado, porque la deriva del significante produce el desencadenamiento de lo imaginario.

Señala el docente que el inicio de la psicosis hay que buscarlo en el momento en que la inscripción simbólica del Nombre del Padre es convocada y el sujeto no dispone de ella. Tal y como expresa Lacan en el texto: “Para que la psicosis se desencadene, es necesario que el Nombre del padre, verworfen, precluido, es decir sin haber llegado nunca al lugar del Otro, sea llamado allí en oposición simbólica al sujeto. Ante esta falta, el sujeto lo que percibe es el agujero”. (pág. 558-559)

Que la inscripción simbólica del Nombre del Padre sea convocada al lugar donde nunca ha estado. No se trata del encuentro con el padre de la realidad, ni con un determinado tipo de padre, es otro tipo de encuentro. Alude a la cita de Lacan de la página 559 que dice que el inicio de la psicosis hay que buscarlo en esa coyuntura dramática en la que Un padre se sitúa en posición tercera en alguna relación que tenga por base la pareja imaginaria. Si un padre real hace irrupción es porque en lo simbólico está forcluido. Hay un significante fuera de la cadena y, ante la llamada al significante paterno, se produce un enigma, no hay nadie para responder. La emisión viene del exterior, de un lugar no localizado. El sujeto no se atribuye sus propios pensamientos.

Un padre plantea una cuestión aún más compleja. Para que un conjunto haga un todo, se necesita que al menos uno no pertenezca al conjunto, que al menos uno delimite el conjunto. En la psicosis falta ese al menos uno que haga límite. El límite que permite que funcione el conjunto de los significantes. Si no existe se produce el desencadenamiento. El sujeto lo que percibe es el agujero.

Guy Briole quiere dejar patente la distinción entre el padre de la realidad y el padre como función. El padre como función son coordenadas significantes.

Igualmente le interesa marcar como relevante que no se trata de lo que hace el padre o cómo es, sino que es el lugar que da la madre al nombre del padre en la promoción de la ley. Sin embargo, continúa, es importante considerar la relación del padre a la ley y subrayar “la dimensión de estrago que ésta puede causar al dar ocasión de mostrar la postura de demérito o incluso de fraude e incluso de excluir el Nombre del Padre de su posición de significante”, concluye el Br. Briole.

En este punto Diana Echeverria lee el poema de Prevért “A la pesca de la ballena” que sirve para ilustrarnos lo que Lacan denomina impostura paterna.

Con todo, aún hay una sorpresa final. Es otro texto de Prevért, “En familia”, leído e interpretado por Guy Briole y Marta Serra, el que da píe para mostrar cómo se transmite, o no, el Nombre del Padre.

 

Inmaculada Erraiz

 


Seminario de lectura y comentario de textos
«De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»
Con Freud

jean-Louis Gault

20/10/2018

 

En esta parte del Escrito Lacan no habla de la psicosis. Trata de fundar en lo general algo que es común a todos los hablantes: el problema sexual.

7 apartados para hablar del asunto sexual:

1- Dimensión de la otra cosa, necesaria. Freud encontró la otra escena, el inconsciente construido por pensamientos articulados en un discurso.

2- Lacan hace emerger la dimensión del Otro, y la relación del sujeto con su propio Otro. Esquema L: se ve esta relación S—A. El dispositivo analítico introduce la dimensión de la otra cosa.

«La condición del S (neurosis – psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A. Lo que tiene lugar allí es articulado como un discurso. El inconsciente es el discurso del A».

La cuestión de su existencia se plantea para cada sujeto en cuanto pregunta articulada referente a su sexo y a su contingencia en el ser. Esta pregunta se traduce en sus síntomas.

3- Alteridad de la cadena significante respecto al sujeto. El sujeto es el efecto del discurso articulado. Lo importante es la existencia como Sujeto.

4- Articulación significante en los fenómenos clínicos: ley interna más pobreza de elementos significantes que están en juego. Para un sujeto los elementos son muy reducidos: algunos significantes.

5- El sujeto, sólo bajo el modo de muerto entra en los significantes, porque un significante no tiene vida. Las identificaciones significantes mortifican al sujeto. Se convierte en el sujeto verdadero a medida que ese juego de los significantes va a hacerle significar.

6- Esquema R (Realidad) . Con su doble ternario, S e I, y la realidad.

Introduce la dimensión sexual de la vida.

«El tercer término del ternario imaginario no es otra cosa que la imagen fálica»

El falo como imagen de la vida, introduce la vida en la experiencia del sujeto muerto. La dimensión de la vida es fálica.

Dos dimensiones del falo: imagen y significante. El significante fálico es el sostén de la realidad.

7- El significante fálico, su función, condicionada por el Nombre del Padre.

Freud liga la aparición del significante del Padre, en cuanto autor de la Ley, con la muerte, con el asesinato del Padre.

En un análisis los sujetos hablan de eso: de la relación del significante del Padre y la muerte. La palabra mata la cosa.

 

Ana Zabala


Equipo de Bitácora 27

Inmaculada Erraiz, Iñigo Martínez, Angelines Monreal, Cosme Sánchez, Kepa Torrealdai, Cristina Valverde, María Verdejo, Susana Viar, Ana Zabala (Responsable)

 

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