Inés Hormaechea Azkuenaga*

Párrafo seleccionado

“Así, pues, cuando observamos que en la masa surgen restricciones del egoísmo narcisista, inexistentes fuera de ella, habremos de considerar tal hecho como prueba de que la esencia de la formación colectiva reposa en el establecimiento de nuevos lazos libidinosos entre los miembros de la misma.”
(Alianza editorial. Capítulo 6, 2º párrafo, página 41)

Ubicación en el texto

El párrafo seleccionado se encuentra inserto en un capítulo en el cual se plantea el autor presentar la demostración de cómo la característica de una masa se halla en los lazos libidinosos que la atraviesan.
En los capítulos precedentes ha hecho una revisión sobre la visión que se aporta desde la psicología social al estudio del hombre como miembro de agregados sociales, puntualizándola, cuestionándola y separándose de ella. Comienza por separarse de la misma diferenciación conceptual entre psicología social y psicología individual, planteando que la psicología individual es al mismo tiempo social ya que el “otro” aparece siempre integrado en la vida anímica individual.

Posteriormente presenta una revisión de cómo la psicología social explica los fenómenos de masas, como por ejemplo, las modificaciones que el individuo experimenta en la masa.

Así, mientras desde la psicología social se mantiene en todo momento la hipótesis de que lo que explica estas modificaciones del individuo en la masa se explica por el fenómeno de la sugestión (bajo diferentes términos, imitación, inducción afectiva primaria), Freud se opone a esta explicación ya que no todos los individuos se prestan a la sugestión, y además no se dice nada sobre las condiciones para que esta se dé.

Pasa entonces a explicar los fenómenos de la masa en función del concepto de la libido, planteando la hipótesis de que lo que mantiene a la masa unida es el Eros, que mantiene la cohesión de todo, y a su vez plantea, que lo que hace que el individuo que esta integrado en masa renuncie a su particularidad, tiene que ser la necesidad de estar en acuerdo con los demás, esto es por amor.

Utiliza el ejemplo del ejército y la Iglesia para explicar que la restricción de la libertad individual que tiene lugar en la masa tiene que ver con que el individuo se encuentra vinculado afectivamente por doble partida a dos centros diferentes (jefe y resto miembros de la comunidad).

Desde esta perspectiva se entiende la desaparición de la intolerancia natural del individuo hacia lo diferente cuando se encuentra en una masa. El hecho de que en la masa los individuos toleren las particularidades individuales, es decir, la restricción del narcisismo que tiene lugar en la masa, se debe exclusivamente a los lazos libidinosos que se dan entre sus miembros, ya que es esto, el amor, lo único capaz de restringir el egoísmo narcisista.

En los capítulos siguientes analizara de que tipo son esos lazos libidinosos, llegando a concluir que se trata de instintos eróticos coartados en su fin es decir que no buscan la satisfacción sexual directa, y más concretamente se trata de un enlace afectivo del orden de la identificación.

Mas adelante plantea que el sentimiento social no se debe a un instinto gregario primario como se plantea desde la sociología, sino que este instinto social surge de la transformación de un sentimiento hostil (la envidia primitiva) en un enlace afectivo del orden de la identificación.

Finalmente concluirá que el hombre no es un animal gregario, sino un animal de horda conducida por un jefe, y que la masa no es más que una reproducción de la horda primitiva.

Comentario

J. Lacan en la clase 11 del Seminario 1 retoma algunas cuestiones del artículo de Freud Introducción al narcisismo. Concretamente retoma e intenta clarificar la cuestión de la diferencia entre los conceptos del yo-ideal e ideal del yo que habían quedado tan ambiguos en el texto freudiano.

Una de las cosas que Freud se pregunta en este artículo es qué ha ocurrido con los rasgos megalómanos, con el narcisismo primario infantil den los adultos. ¿A donde ha ido a parar esa libido del yo en los adultos?

Freud resuelve esta cuestión desde la teoría de la represión y plantea que el sujeto ha construido un ideal en función de las exigencias éticas y culturales con el cual compara su yo. Dice entonces que el cumplimiento con este ideal será la condición para reprimir todo lo que entre en conflicto con él. Freud plantea que a este yo-ideal se consagra el amor ególatra de la niñez, desplazándose sobre él el narcisismo. El hombre no queriendo renunciar a la perfección de la niñez la intentará reconquistar de nuevo bajo la forma de este ideal del yo.

Aquí Freud introduce una contradicción conceptual que genera gran confusión ya que utiliza indistintamente términos de distinto significado.

Lacan en el Seminario 1 retoma esta brecha para intentar esclarecer estos conceptos.

El plantea que mientras uno opera a nivel del plano imaginario, el otro lo hace en el plano simbólico, tratándose por lo tanto de conceptos bien diferenciados.

El yo-ideal, constituiría para él, un ideal de omnipotencia narcisista forjado sobre el narcisismo infantil, el cual opera en el plano imaginario. Se trata de una formación esencialmente narcisista que tienen su origen en el estadio del espejo y que pertenece al registro imaginario.

El Ideal del yo designa por otro lado una instancia regida por las exigencias éticas, culturales… en función del cual aumentaría la exigencia al yo de cara a cumplir con ese ideal, favoreciendo la represión. Se trataría de una instancia que opera a nivel simbólico regulando la estructura imaginaria del yo.

Partiendo de la teoría del Estadio del espejo, se entiende que el yo ideal se constituye cuando el niño el cual constitutivamente por su impotencia motriz, su desarrollo inacabado… tiene una vivencia de si mismo como cuerpo fragmentado, ve en el espejo su imagen como un todo, percibe la completud de su cuerpo a través de esa imagen.

El niño, frente a su vivencia de fragmentación corporal, se encuentra con una imagen que presenta un cuerpo unificado, esta le fascina, y se identifica con ella.

La identificación con esta imagen unificada y completa velará entonces la vivencia de fragmentación. Esta imagen unificada constituirá el yo-ideal, que permanecerá como exigencia inalcanzable de perfección narcisista para el yo. Esta identificación a esa imagen es alienante para el sujeto ya que se identifica a una imagen, a un “otro” (con minúscula), por lo tanto posteriormente cualquier semejante, cualquier “otro” ocupará el lugar de esa imagen dando el lugar a todas las identificaciones imaginarias del sujeto.

Por otro lado, plantea Lacan que en el Estadio del espejo, la matriz simbólica estaría ejemplificada por la mirada de aquel que sostiene al niño frente al espejo, aquel “Otro” simbólico, que da al niño un lugar en su deseo, sosteniendo esa imagen narcisista formadora del yo.

Este lugar exterior, este Otro simbólico desde donde el sujeto es mirado, es necesario para regular las relaciones con los semejantes, con aquellos que pueden ocupar el lugar de la imagen.

Lacan, en la clase 11 del Seminario 1, muestra, a través del experimento de los espejos, lo difícil que resulta en el hombre la acomodación del registro imaginario, y plantea por lo tanto la necesidad de una guía que se encuentre más allá de lo imaginario a nivel del registro simbólico. Esta guía será el ideal del yo. Este ideal del yo, para ser operativo debe permanecer como punto exterior y no degradarse a lo imaginario.

Volviendo al texto de Psicología de las masas… Freud ya planteó en este que los lazos libidinosos que mantiene a la masa unida, son del orden de la identificación, pero en este texto no se esclarece nada respecto a la naturaleza de tales identificaciones. En su planteamiento se vislumbran dos tipos de identificaciones una con los semejantes, los iguales y otra con respecto al jefe, al superior (por ejemplo la identificación que la religión católica exige a sus adeptos para con la figura de Cristo), pero no se entra en la naturaleza de estas.

Desde el planteamiento de Lacan, entenderíamos que las identificaciones que se dan en la masa operan en dos registros diferentes en función de que estas tengan lugar entre los iguales o de cada individuo con el superior.

Así, se entiende que la identificación que tiene lugar entre los individuos de la masa sería una identificación narcisista en el plano imaginario y por tanto a nivel del yo-ideal. Esta sería una identificación con el “otro” pequeño, semejante, a nivel especular.

En cambio, la identificación que vincula a cada uno de los individuos con el jefe, o superior, sería a nivel del registro simbólico, esto es, a nivel del ideal del yo.

Así entenderíamos el fenómeno de la masa desde la perspectiva de Lacan, y quedaría algo mas esclarecida la naturaleza de los lazos que la mantienen unida.

Todos los individuos de la masa han puesto el mismo objeto en el lugar del ideal del yo, lo que les lleva a identificarse narcisistamente entre ellos.

 

LECTURAS:

– Sigmund Freud: Psicología de las masas y análisis del yo
– Sigmund Freud: Introducción al narcisismo
– Jacques Lacan: Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud;.Clases 9,10 y 11

 

* Trabajo presentado en el Seminario de Fundamentos del Curso 2008-2009