Kepa Torrealdai*

Este es un destilado de los fotogramas que presentó Jaques-Alain Miller en los Ángeles en 1999 (1). Así los llamó él, fotogramas simplificados. Fotogramas de una película, en los que describe un recorrido sobre el goce en la obra de Lacan. Están recogidos en el Curso: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, a partir del capítulo XIII. JAM recomendaba pasarlos con cierta agilidad para percibir el movimiento.

PARADIGMA I: La imaginarización del goce

Se trata del concepto de la comunicación como dadora de sentido, intersubjetiva y dialéctica. El Sujeto y el Otro (Absoluto) que después será el lugar de la palabra y del lenguaje.

A→S

Asume que la satisfacción es dada por el otorgamiento del sentido, de orden semántico.

Del lado del S el aprisionamiento del sentido produce sufrimiento, el síntoma se trataría de un sentido no liberado, reprimido.

Del lado de A está la validación del sentido en el reconocimiento. Proporciona satisfacción.

¿Pero qué hay de las pulsiones y de la investidura libidinal, del superyó? En este primer paradigma la líbido tiene un estatuto imaginario. Se relaciona con el yo como instancia imaginaria, interpretado a partir del narcisismo y este a partir del estadio del espejo. El goce lo encontramos en a. No es un goce intrasubjetivo sino intraimaginario, permanente, estancado e inerte.

Es en realidad una disyunción entre el significante (simbólico) y el goce (imaginario). Se trata de las emergencias del goce imaginario en las rupturas de la cadena simbólica. Todo lo que en Freud es libidinal se imputa el goce imaginario, como barrera y atravesado al eje simbólico.

PARADIGMA II: La significantización del goce

Lacan comienza a arrancar las pulsiones del goce solamente imaginario, tanto que lo escribe a partir del sujeto simbólico, de la demanda: Ꞩ◊D. Lo mismo ocurre con el fantasma, pasa de articularse en el eje imaginario a-á en una transitividad para trasladarse al eje simbólico Ꞩ◊a. Supone de esta manera la conexión de lo simbólico y lo libidinal.

También el falo pasa de tener un estatuto imaginario (en la Cuestión preliminar) a desplazarlo a un estatuto simbólico, es decir significantizado. Culmina diciendo que la líbido se inscribe en la cadena significante inconsciente, cuyo vocabulario estaría constituido por la pulsión. Es lo que llamó deseo. Se trata en este caso de un goce mortificado, de un goce significantizado.

Pero esto no responde al corpus Freudiano de la satisfacción de la pulsión, puesto que está reducida a una cadena significante.

Se trata del modelo de la tachadura del goce, es lo que se ve en el trazo que va del goce a la castración S(Ⱥ) à Ꞩ◊D en el grafo del deseo. El significante anula el goce y lo restituye con la forma de deseo significado.

Surgirán –phi (-φ) de la imagen fálica simbolizada y gran phi ɸ del significante del deseo.

¿Pero dónde está el goce? Repartido entre deseo y fantasma. (Ꞩ◊D/d) y Ꞩ◊a, donde a concentra lo libidinal ligado a lo viviente y Ꞩ un ser de muerte porque es solamente función significante.

PARADIGMA III: El goce imposible

Será en el Seminario de la ética donde Lacan dará un corte, se trata del goce asignado a lo real. Das Ding (la cosa) del texto freudiano: quiere decir la satisfacción verdadera, la pulsional, que está fuera de lo simbolizado en lo real. Tanto el orden simbólico como la relación imaginaria, este montaje del grafo del deseo está erigido contra el goce real, para contenerlo.

Se trata de una barrera exterior a este montaje, pero no de lo imaginario, sino de lo real.

Aquí tenemos una verdadera ruptura, donde el goce pasa a lo real. Descrito como fuera del sistema y de carácter absoluto. Del modelo de la tachadura pasaríamos al modelo del vaso de Heidegger, lugar vacío que inscribe una reducción de goce a un lugar vacío, pero que también puede ser llenado.

Muestra que la ley moral de Kant, enunciado simbólico por excelencia, que anula todo goce es al mismo tiempo idéntico a das Ding, con el mismo carácter mudo, ciego, absoluto.

Sólo se accede al goce por forzamiento, por transgresión. Destaca una profunda disyunción entre goce y significante, que recuerda al primero donde el goce era imaginario. Así se opondrán el bien del lado del placer con lo malo del goce y Lacan recurrirá al goce sádico como paradigma la flor de este paradigma.

Muestra que el deseo y el fantasma no saturan el goce, pone al goce del lado de la Cosa. ¿Pero qué es la Cosa en definitiva? Es el Otro del Otro en tanto falta en el Otro. Sería equivalente al Otro barrado.

PARADIGMA IV: El goce normal

Pasará de lo masivo del goce de la ética a un goce fragmentado en objetos a del Seminario XI. Ya no se trata de un abismo sino de un pequeño hueco, dirá: el objeto a es la presencia de un hueco, de un vacío. Se tendrá acceso al goce a través de la pulsión que hace una ida y vuelta.

Aquí el modelo de relación al goce será el arte, el cuadro, la contemplación. Dirá, la obra de arte calma a la gente, le hace bien.

Comenzando por el cuerpo fragmentado de las pulsiones parciales, autónomas, se llega al goce normal de la pulsión con su ida y su vuelta y sin transgresiónn del paradigma anterior.

Aquí Lacan forja una alianza entre significante y goce, a través del par alienación separación. La alienación para retomar los términos freudianos, consiste en la identificación con un significante, pero a la vez sucede una represión del otro significante quedando el sujeto como conjunto vacío, es decir la división subjetiva. En la cadena mínima S1-S2, un Significante representa al Sujeto y el otro queda reprimido. La separación sería la traducción de la pulsión que responde a la identificación y a la represión. Ahí donde estaba el sujeto vacío viene el objeto perdido, a. La separación conlleva el funcionamiento normal de la pulsión en tanto que responde al vacío que resulta de la identificación y de la represión.

También es una novedad que define al inconsciente como un borde que se abre y se cierra. Lo describe como una zona erógena: Algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera que el inconsciente (2).

Será con el mito de la laminilla que introduce esta nueva definición de la líbido, no como deseo significado, no como das Ding, sino como órgano, objeto perdido. Considera separación a la recuperación dela líbido como objeto perdido. La cuestión es que, con esta omelette, la pérdida que considera por ser sexuados, en oposición a la ameba es equivalente a una pérdida natural. Es decir, introduce el agujero como pérdida natural, lo mismo que en el estadio del espejo, cuando hablaba de prematuración del sistema nervioso central.

Aun así, nos encontramos con una dificultad señalada en el escrito “posición del inconsciente”: La operación de alienación no nos da más que un sujeto significante, reducido a una falta significante; es decir, no tiene otra sustancia que el conjunto vacío. Podemos buscar a tientas dónde se encuentra ahí una sustancia susceptible de gozar, no encontraríamos ninguna.

Para presentar la operación de la separación y la introducción del objeto a como respuesta, tenemos que sustituir al sujeto por el cuerpo viviente, sexuado. El cuerpo sexuado afectado por su mortalidad, su relación con el Otro sexo, se traduce en pérdida de vida, que recuperará introduciendo los objetos de la pulsión.

Podemos decir que el objeto a es el dinero suelto de la Cosa. Procede a una elementización de la Cosa, por un lado reproduce la Cosa pero por el otro está sujeto al Otro. Hace de mediador entre la Cosa y el Otro. En lugar del significante del goce gran Phi φ, nos introduce a. Objeto y significante comparten una estructura elemental, pero en el objeto hay una substancia de goce.

PARADIGMA V: El goce discursivo

Corresponde a los Seminarios XVI y XVII y Radiofonía. A la unificación de la alienación y la Separación, llamará Lacan Discurso. Del reverso del Psicoanálisis: Hay una relación primaria del saber con el goce (3), esto se entiende como: hay una relación primaria de los significantes con el goce.

Lo que introduce aquí, de alguna manera, es que el significante representa un goce para otro significante. Esta fórmula está calcada de la fórmula de Lacan de Subversión del Sujeto: un significante es lo que representa al sujeto para otro significante (4). Esta a su vez viene de la fórmula de Pierce: El signo representa algo para alguien.

Lacan considera S1 como un conjunto de significantes, lo llamará l´essaim (enjambre). Pero dirá en la pág. 799: Todos los significantes representan al sujeto para otro que no lo representa. Permite a Lacan introducir un significante de la excepción, dar a S2 el valor de S(Ⱥ), es un significante suplementario al conjunto de todos los significantes que representan al sujeto y al mismo tiempo inscribiéndose en menos en el conjunto de lps significantes que representan al sujeto.

S1-S2 sería la estructura del lenguaje reducida al siginficante, pero dado que ninguna representación identificatoria es completa esta representación tiende a repetirse. S1 es el representante de S/, pero permanece por estructura irrepresentable. Por representar lo irrepresentable abre al significante a su repetición.

Cuando Lacan dice que el significante hace surgir al sujeto, al mismo tiempo que lo fija, eludiendo así su vacío constitutivo, podríamos preguntarnos de dónde lo hace surgir. Habla de un ser que el significante va a hacer un sujeto barrado. Esto en cuanto a la alienación. Pero en la separación, nada del significante lo concierne, ya que opera sobre una falta que es pérdida de vida del cuerpo.

Este efecto de mortificación del significante, se declina además como deseo. En la instancia de la letra dirá que la muerte significante hace al deseo indestructible, según Freud, a diferencia de la necesidad. Lacan dirá que la cadena de la repetición es la de un deseo muerto.

En Subversión del sujeto Lacan intenta formular por última vez el estatuto del goce en términos de significante y significado, al decir que falta en el Otro. Pero intenta aplicarlo a través del falo. Hay algo del goce que se escapa a significante, cuando se retranscribe el deseo por la líbido hay algo que falta. Es lo que intenta en Subversión del Sujeto, recuperar con el significante en forma de Phi φ mayúscula, de alguna manera el símbolo de das Ding, un significante absolutizado.

Este paradigma reposa sobre una equivalencia entre sujeto y goce. Es por lo que Miller se permite sustituir sujeto por goce en su Fórmula inicial.

¿Pero qué es este ser previo? Se considera un ser de goce, un cuerpo afectado de goce, es por esto que Lacan dice en el Reverso del psicoanálisis: el punto de inserción del aparato significante. Es lo que lleva a Lacan a plantear que el significante es aparato de goce. Abjura de la autonomía de lo simbólico. Lo que hasta ahora ha sido la cadena significante que vehiculiza al sujeto barrado es retraducido a en la cadena significante se vehiculiza el goce.

Por un lado hay una mortificación del goce, entropía, como efecto del significante. No una pérdida natural, de la laminilla y la prematuración del estadio del espejo del 4to paradigma sino, una pérdida totalmente significantizada.

Por otro lado, lo que responde es un suplemento del goce. Introduce entonces el objeto a como plus de goce. Ruptura completa con el Paradigma 3 de la transgresión. Lo que opone a la transgresión es la repetición significante, que vale como repetición de goce.

La repetición se funda en un retorno de goce, La repetición apunta al goce. En este seminario el significante amo conmemora una irrupción de goce, y al mismo tiempo, introduce una pérdida de goce y produce un suplemento de goce. Será por la vía de la entropía y no de la transgresión que se recupera el goce perdido por la acción del significante: La entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar. Y también El plus de goce toma cuerpo de una pérdida.

Otra fórmula: La verdad hermana del goce. Es decir, el goce es inseparable de los efectos del lenguaje. Aquí la verdad ocupa el lugar del goce barrado, mortificado. Entonces habría que agregar La verdad es hermana del goce prohibido. Y esto lo completamos con La verdad es hermanita querida de la impotencia. Apunta a –φ. Dicho de otra manera el goce fálico, goce ejemplar, perfecto, está prohibido. Mientras que algo viene a suplirlo, el goce del plus de goce, que es el cuerpo tomado por la pérdida entrópica. La repetición está animada por el desfase entre –φ y a, la falta y el suplemento.

Hay un desplazamiento entonces del goce pensado como fantasma al goce como repetición. De esta manera se da un nuevo valor al síntoma. El atravesamiento del fantasma podríamos colocarlo como en el paradigma de la transgresión de la destitución subjetiva, la caída del SSS y la asunción del ser de goce.

El fantasma sería la forma concentrada de la repetición. Es la repetición lo que merece llamarse síntoma, una repetición de goce, que dura. En oposición a la repetición se propone el saber hacer con el síntoma.

PARADIGMA VI: La no relación

Comenzamos con la fórmula de Aun: El significante es el signo del sujeto retornando a Pierce.

Introduce la lalengua: la palabra antes de su ordenamiento gramatical y léxico. Y también la palabra no como comunicación sino concebido como goce.

Este paradigma se basa en la no relación, en la disyunción entre significante y significado, entre goce y el Otro, el hombre y la mujer con la forma No ha relación sexual. El otro, el NP, el Falo son reducidos a broches, conectores. Entramos en una pragmática de conectores que suplen la conexión que falta.

El concepto de la no relación podríamos oponerlo al de estructura. La estructura, con mínimo de la articulación S1-S2 en tanto efectos de significado, el Otro, el Edipo freudiano, señala una relación, de lo que no cesa no escribirse, del lado de la rutina.

La no relación, sin embargo, está del lado de la invención y cuestiona intentar operar sobre el goce a partir de la palabra, del sentido.

La cuestión es que lo rutinario acaba taponando la invención.

En este paradigma el punto de partida es el goce. Hay goce.

Cuando Lacan comenzó en 1952 su punto de partida era: Hay el psicoanálisis. Y funciona. El punto de llegada es: El psicoanálisis no funciona.

Es diferente partir de Hay goce. En tanto es una propiedad en el cuerpo viviente. Sólo hay psicoanálisis de un cuerpo viviente. ¿No es esto lo que supone propiamente la experiencia analítica? La sustancia del cuerpo, a condición de que se defina sólo por lo que se goza (5).

Esto supone la disyunción entre el goce y el Otro. Y hace surgir al Otro del Otro con la modalidad del Uno. ¿Existe la garantía del Otro del Otro? No existe. Esto nos lleva a asumir el punto de partida del goce a un Uno solo. Separado del Otro. En este seminario lo que pone en evidencia es que todo goce, es fundamentalmente goce Uno, es decir sin el Otro.

  1. El lugar del goce es el cuerpo. Es siempre el propio cuerpo el que se goza a través del medio que sea.
  2. EL goce fálico es una versión del goce Uno y lo define como goce del idiota, del solitario, un goce que establece en la no relación al Otro, es el goce masturbatorio.
  3. Hay un goce en la palabra. Quiere decir que la palabra es goce, que no es comunicación al Otro. Es el blablablá. Por el hecho de que habla un cuerpo no está ligado al Otro, no está más que enlazado a su propio goce, a su goce Uno.
  4. En Aun Lacan nos da una versión de la sublimación que no implica al Otro, sino como salida de la palabra de goce, de la palabra solitaria. Pág. 146: Cuando lo dejan solo, el cuerpo hablante sublima todo el tiempo.

Entonces el goce Uno e presenta como goce del propio cuerpo, goce fálico, goce de la palabra, goce sublimatorio… es el reino del Un-goce. El goce Uno es real, el goce del Otro es una cuestión problemática.

El goce del Otro sería el goce sexual, es el Otro sexo.

Sobre este fondo se justifica No hay relación sexual quiere decir que el goce da cuenta del régimen del Uno, que es goce Uno. Mientras que el goce del cuerpo del Otro sexo está especificado por una no relación.

Este concepto de no relación pone límite al concepto de estructura. La estructura es algo que es escrito, que no cesa de escribirse. Su límite aparece en el goce sexual del Otro como ser sexuado.

Aun nos abre de lo trascendental de la estructura, de la rutina, del acento kantiano “de una cuestión preliminar”, a la invención. La estructura comporta agujeros y en esos agujeros hay lugar para la invención, para conectores que no estaban siempre ahí.

Esto no quiere decir que no hay estructura, que todo sea semblante. Hay lo real.

 

 

 

 

NOTAS:

(1) J.-A Miller. “Les paradigmes de la Jouiasnce”. La Cause freudienne. Revue de phychanalyse. Traducción al español, de Margarita Álvarez en la revista Freudiana nº 29. (Paidós).
(2) Lacan, Jacques. Seminario XI, pág. 188.
(3) Lacan, Jaques. Seminario XVII, pág. 17.
(4) Lacan, Jaques. Escritos pág. 779.
(5) Lacan, Jacques. Seminario Aún, pág. 32.

 

 

* Trabajo presentado en la Apertura del Laboratorio Clínico el 28 de octubre de 2019 en la Antena Clínica de Bilbao.