Mikel Arranz

 

Celebrado en Bilbao el día 1 de Diciembre de 2017

El viernes 1 de Diciembre de 2017, en la Sede de Bilbao de la ELP, pudimos escuchar en un muy interesante encuentro organizado conjuntamente por la Biblioteca de la Sede y la Antena Clínica de Bilbao, a la Dra. Puig; psiquiatra, psicoanalista, AME -Analista Miembro- de la ELP y la AMP. Tomó en cuenta para el desarrollo de la charla su trabajo sobre el Trastorno límite de la personalidad (T.L.P.) ya presentado en la sede de Barcelona de la ELP.

En un inició se rindió homenaje a Serge Cottet, fallecido el día previo, reconocido por sus enseñanzas y precisión clínica, gran lector de Freud; se tomaron de su trabajo dos viñetas clínicas en su texto Las identificaciones y el deseo, sobre el Borderline, escrito en una época en que no disponíamos de la noción de psicosis ordinaria; encontrándose la cuestión de lo femenino, aquello por fuera del orden del falo en la histeria, en el núcleo del abordaje clínico.

En palabras de la doctora, actualmente más allá de la psiquiatría el T.L.P. se expande como campo de debate e investigación al ámbito del feminismo, de donde se destacaron títulos como el Manifiesto Cyborg o en líneas de trabajo desde Kernberg y Harewey hasta Lacan.

Señaló cómo tras la muerte de Freud, la pregunta por los límites de lo analizable fue el modo de cuestionar teoría y praxis psicoanalítica. Los post-freudianos se encuentran con una histeria más psíquica que somática en palabras de Maleval; la personalidad histérica, los pacientes histeroides o la psicosis histérica son las formas que va tomando éste ensanchamiento. También la neurosis obsesiva se confunde en las dificultades para diferenciar los pensamientos intrusivos o de mandato paranoico. De aquí el T.L.P. aparece sistematizado en 1980 en el DSM-III, gracias a la lucha de Otto Kernberg por adaptar en la clasificación de la A.P.A. los trastornos de personalidad, como los herederos legítimos de la nosología freudiana.

Ya en 1952 Kernberg agrupa bajo ese término una estructura independiente, con síntomas fluctuantes entre psicosis y neurosis. Se trata para Puig de un esfuerzo de aquel por mantener una perspectiva estructural ante lo inclasificable de la clínica; encontrándose paradójicamente como ante la falta de estabilidad sintomática, dicha estructura queda definida por la propia inestabilidad del ego “Sindrome de la difusión de identidad”; con el vacío crónico como síntoma fundamental.

Con Lacan; distinguimos en primer término la orientación estructuralista clásica para diferenciar neurosis /psicosis por el hay/no hay significante del NP (Nombre del padre), en la que la atención se focalizaba sobre los fenómenos derivados de la forclusión de dicho NP. Son los fenómenos elementales, de valor patognomónico en la psicosis. Esto con Schreber como paradigma del desencadenamiento y reordenamiento por el delirio, en una clínica discontinuista.

Sin abandonar esta perspectiva Lacan se adentra progresivamente en los modos de goce particulares, el cuerpo y los efectos sobre él; difuminándose el hay/no hay, hacía grados de intensidad, tonos, modalidad o color de los fenómenos, que muchas veces toman aspecto discreto. Para Jaques-Alain Miller esta flexibilidad va con una clínica continuista, en la que estaremos más atentos a lo que se mantiene que a lo que se rompe. (La distinción neurosis-psicosis es operatoria a nivel significante pero lo es mucho menos a nivel de los modos de gozar 2008). Lo que se mantiene, el estilo, lo que se repite, el sentimiento vital del sujeto, el uso que le sostiene en una relación, una profesión, posición social, ideal o hacer, nos servirán no siendo un síntoma freudiano, de índice clínico, de las dificultades o logros del anudamiento sinthomatico.

Entonces la ponente abría las preguntas ¿a qué responde éste territorio de la clínica?, ¿ni psicosis ni neurosis?, ¿ambas?, ¿una nueva entidad?

Para JAM el núcleo de verdad de la teoría Borderline es lo inclasificable. Pregunta Puig si acaso la psicosis ordinaria serían nuestros Borderline. Después indica siguiendo a JAM cómo el diagnóstico de psicosis ordinaria no exime al clínico del diagnóstico estructural y diferencial, tomando la psicopatología clásica; situándose además como una herramienta para la investigación clínica, la dirección de la cura y la pragmática del análisis. Se pregunta así JAM como hacer para que la evolución del sujeto sea más continua que discontinua, evitarle las crisis, los desencadenamientos y escansiones.

Tras esta introducción teórica la doctora pasó a explicar 2 casos clínicos en los que pudimos atender lo que se puede hacer al orientarse por dicho pragmatismo clínico; apoyándose también desde una perspectiva ética sobre algunas concepciones de Eric Laurent, la analista precisó la importancia de no acompañar hacia la producción del delirio en la psicosis, que reforzaría la tendencia autística, sino más a un quedarse en los fenómenos elementales, para promover en la dirección de la cura un hacer con, que permita al sujeto el diálogo con otros, el lazo social.