“Diversidad de las prácticas orientadas por el Psicoanálisis. El Orden social hoy”

Susana Viar

 

Bilbao, 1 junio 2013

En la reunión dividida en dos partes hubo presentaciones de ocho grupos de investigación que suscitaron intervenciones y preguntas añadiendo Anna Aromí con su conferencia orientada hacia Pipol VI, el broche final.

Se hizo presente la figura de Carmen Isasmendi -fallecida recientemente-; fue homenajeada por varias colegas destacando su alegría, el gusto de trabajar junto a ella, su deseo decidido y la perseverancia en llevarlo adelante.

La primera mesa estuvo centrada en el niño. Marije Palacios desde el grupo del padre habló de cómo la función paterna humaniza el deseo mediando entre lo particular del deseo materno y lo general del deseo anónimo del discurso universal. Ilustró con una viñeta el estrago causado a un niño una madre que colma y que no admite el diagnóstico del hijo ni la medicación aconsejada, lo persecutoria que llega a ser y cómo cada vez que el padre interviene se evidencia una mejoría en el niño: en su lenguaje, en sus relaciones y en la disminución de la angustia -Marije trabaja como PT de este niño.

Anna Aromí hizo un minucioso recorrido histórico sobre un grupo que se formó en 1997 en Vitoria “Conexiones entre psicoanálisis y pedagogía” que en sus comienzos iba en paralelo con un grupo similar que había en Barcelona. Titula la ponencia “No se suiciden” haciendo referencia al valor de llevar adelante el deseo a pesar de los tropiezos que uno va encontrándose por el camino.

Susana Brignoni del Grupo de pedagogía y psicoanálisis de Barcelona se centró en el tema del cuerpo. Hay niños que no tienen un cuerpo constituido. Presentó a Sergio de 11 años que cuando anda va chocándose con las paredes. Entre su cuerpo y el mundo no hay separación. En Sergio los efectos subjetivos de esta falta de separación se traducen en una dificultad de saber hacer con el vacío: se agita en el tiempo de una actividad a otra, en el tiempo, infinito para él, que pasa entre las llamadas de su madre -aunque son frecuentes. Están trabajando en ayudarle a construir los bordes del cuerpo.

Iñigo Martínez del grupo de psicoanálisis y educación presentó un trabajo titulado «Alumnos en dificultades con el saber». Los niños saben, saben sobre el deseo del educador, sobre los secretos familiares, sobre el lenguaje, etc. Y ¿cómo orientarse partiendo de ese saber auténtico y particular, para permitir al niño consentir a otros nuevos saberes?

Como ejemplo trae un alumno adolescente al que en el aula ordinaria casi todos los saberes le son ajenos sin embargo con la PT que escucha y respeta sus intereses dando dignidad a su palabra, puede dar lugar a nuevos aprendizajes.

Carmen Grifoll desde la institución de salud mental donde trabaja en Barcelona plantea para la clínica del uno por uno, el visualizar lo que no va, lo que funciona y lo que se repite.

Presentó el caso de una niña que suscita angustia a profesores y educadores porque no habla. En el trabajo en equipo con la escuela dejaron de insistir en la demanda de que hable y encontraron otras maneras de intercambio por ejemplo asignándole tareas.

En las sesiones, Carmen se mantiene en el no saber de la relación transferencial para dar lugar a lo nuevo acompañando los decires del sujeto. Se orienta a través de sus palabras.

Mikel Cantera del grupo de niños recuerda que el analista está del lado del sujeto. El deseo del analista no se rige por recetas, sino que da tiempo al sujeto infantil a hacer un síntoma que le permita un anudamiento ante un real insoportable y a hacer su propia demanda. Ilustra con una viñeta cómo el juego en su repetición posibilita anudar la pulsión a la representación y ubicar la posición de goce del sujeto.

Esther González -del Grupo de Investigación psicoanálisis y medicina- habló de lo que está suponiendo la irrupción del discurso de la ciencia en la medicina. La formación de los médicos está orientada al uso de la tecnología; el ideal imperante es el de la objetividad. Muchos profesionales sin embargo se sienten involucrados en su práctica donde se encuentran no solo con la enfermedad sino también con el enfermo. Saben que la experiencia de estar enfermo incluye cómo se percibe, se convive y se responde a los síntomas, las incapacidades y el sufrimiento. Y que la interpretación y el uso de los significados de estar enfermo pueden contribuir a que los cuidados que se prestan sean más eficaces.

Las elaboraciones del psicoanálisis sobre el concepto de síntoma o la relación del sujeto con el lenguaje, pueden ayudar a aclarar muchas situaciones que se presentan como un callejón sin salida para la medicina.

Kepa Torrealday contó el interés que había producido en el Centro de Salud de Lekeitio el resumen que presentó de una ponencia de Santiago Castellanos sobre la fibromialgia. Algo o alguien habla desde el cuerpo y eso puede ser escuchado. Las palabras duelen y quizás también pueden liberar el dolor.

Es importante la alianza del psicoanálisis y la medicina. Se pueden intentar encontrar salidas, fuera de una especie de destino fatal en el que las pacientes tuvieran que acostumbrarse a dicho dolor.

La conferencia de Anna Aromí estuvo orientada por el tema de Pipol VI “La institución, el caso y mi experiencia del análisis”.

El psicoanálisis se tiene que re-inventar con cada paciente, la experiencia analítica está, o debería estar, gobernada por lo singular en cada sujeto de su relación no solo con el inconsciente sino con un real sin ley. Es un real que escapa a la regulación del padre y del edipo.

Nos hemos formado en la consideración de que el goce es un exceso que hay que reducir sin embargo la nueva perspectiva del sinthome tiene en cuenta la parte de goce que hay en cada uno vinculada a un real sin ley, que no entra en dialéctica con nada ni nadie, es un punto mudo.

La práctica del psicoanálisis cambia de acento y se trata entonces de llevar la trama de discurso del paciente -con el edipo, las identificaciones, los deseos, los sentidos gozados, etc.-, a esa zona primordial fuera de articulación, fuera de sentido. Es decir, se trata de reconducir al sujeto a reconocerse en su existencia contingente. No se trata de una lectura del sentido sino de una lectura de las letras de las marcas de goce con las que cada uno ha tejido los encuentros contingentes y con eso ha hecho una vida.