Antonio Múgica*

 

 

 

Voy a realizar un comentario en relación con el punto 5 del capítulo II, titulado “Si Moisés fuera egipcio” del texto de Freud Moisés y la religión monoteísta, que es referencia en el capítulo IX, “La feroz ignorancia de Yahvé”, del Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, de Jacques Lacan.

Como se ve, es una referencia de Freud en el seminario de Lacan, y ese punto 5 es el lugar en el que Freud utiliza otra referencia, la de Sellin. Sellin, a su vez, expone una teoría que toma Freud y que Sellin construye a partir de ciertos términos y pasajes de textos bíblicos y de la tradición hebrea. Referencia de la referencia que utiliza una referencia que trabaja sobre textos de referencia. Un alambique extraordinario que causa la sensación de laberinto, pero creo que tiene relevancia que sea destacado. Lo veremos más tarde, textos y textos.

La piedra angular de este laberinto es el texto de Sellin, que como sabemos, es trabajado por el señor Caquot en ese Seminario 17. Y sabemos que ya antes, en la clase VII del Seminario 17, Lacan ha hablado de estas referencias, y respecto de Sellin ha mostrado un especial interés de obtener ese texto, para poder leerlo y trabajarlo. Es notable el interés que muestra Lacan en encontrar el texto, la cantidad de movimientos realizados para encontrarlo.

Pero volvamos a Freud y Moisés y la religión monoteísta, porque es la referencia, y porque si importa Sellin es porque Freud lo utilizó en su escrito. El texto de Freud tuvo una singular trayectoria, ya que fue publicado en 1934, pero únicamente las dos primeras partes. Ya con Freud en Londres, en el 38, tras las peripecias a las que obligó el nacismo, añadió la tercera y última parte, que además tiene dos distintas advertencias preliminares. En ellas nos enteramos de la reticencia a publicar esa tercera parte teniendo en cuenta las consecuencias para el psicoanálisis y en especial por su resonancia en la Iglesia católica.

Pero no es la única particularidad del texto de Freud. Hay una notable diferencia en la apariencia narrativa del texto de las dos primeras partes con relación a la tercera. Pero no en su estructura. Están absolutamente intrincadas. No son textos independientes.

De las dos primeras partes de Moisés y la religión monoteísta, las que fueron publicadas antes del texto final, se destaca un estilo detectivesco, una indagación, con unas argumentaciones que él mismo recorre construyendo hipótesis, pone reparos a sus propios argumentos, va poniendo en suspenso las hipótesis, para proseguir con otro hilo de búsqueda. Podríamos decir que el inicio de esta búsqueda es la hipótesis de que Moisés era egipcio. Pero no sería del todo correcto, porque hay que añadir que esto está comandado por los puntos que, en las historias relativas a Moisés, causan extrañeza, no parecen lógicas. Así pues, el método de búsqueda está orientado por algo que es familiar en Freud, el encuentro de contradicciones, enigmas en el texto, el localizar sobreestimaciones y cosas que parecen aumentadas, desfiguraciones y deformaciones, desmentidos, olvidos, retornos. Y el trabajo es el de reconstrucción, de hipótesis que rellenen lagunas de memoria, de conexión lógica.

Como Freud mismo plantea en la tercera parte de Moisés y la religión monoteísta, una de los aspectos que trabaja el texto es lo que ya planteó en Psicología de las masas y análisis del yo, que la psicología de la masa es la del individuo. Y efectivamente, la estructura de la indagación del texto es equivalente a la que vemos en los textos donde Freud expone su clínica; ese modo de Freud de buscar la precisión de fechas, los lugares de elementos ilógicos, la repetición en un retorno, etc., para encontrar lógica en puntos que no la tienen.

Respecto del contenido del texto, Moisés y la religión monoteísta parte de localizar que ningún estudioso, de los muchos que ha habido, de Moisés, ni aun los que reconocen que Moisés estaba familiarizado con el saber de los egipcios, haya señalado la posibilidad de que el nombre, Moisés, pese a su clara similitud, proceda del Mose egipcio. Mose en egipcio significaba hijo.

Por otro lado, Freud toma otro hilo. La historia de Moisés se puede incluir entre las sagas de abandono y mito del nacimiento del héroe, pero con la particularidad de que contradice algo importante de la saga: el orden en que se reparten en la vida de Moisés las familias típicas de la saga, una de baja condición otra de noble condición. En torno a estas cuestiones, en la primera parte del texto, “Moisés, un egipcio”, Freud va sosteniendo una tesis: que Moisés era egipcio.

En la segunda parte. “Si Moisés era egipcio…”, Freud toma en cuenta la importante cuestión de que Moisés fue quien dotó de una Ley y de un dios a los judíos. Pero esta religión incluye una especial particularidad: el monoteísmo. Esta segunda parte del texto es la que trata ya directamente la cuestión de la religión mosaica y el monoteísmo. Ciertos elementos toman un valor especial en este recorrido. Uno de ellos es la circuncisión. Otro, la caracterización de Dios, y en especial el de Yhavé, que, apoyado en las tesis de Meyer, corresponde a un dios volcánico, un dios caracterizado como un demonio ominoso, sediento de sangre y que ronda la noche, un dios implacable y feroz.

Llegamos ahora al punto cinco de esa segunda parte, “Si Moisés era egipcio…”, la que toca comentar, la de Sellin. Y de anticipo podemos señalar lo que el mismo Freud dice sobre Sellin en la “Advertencia preliminar II” de la tercera y última parte de Moisés y la religión monoteísta. Allí se lee: “Si no pudiera apoyarme en la interpretación analítica del mito de abandono y, desde ahí, pasar a la conjetura de Sellin sobre el final de Moisés, el todo habría debido quedar sin escribirse.” Así pues, este punto es importante.

Haremos spoiler de lo que aporta Sellin a Freud: la idea del asesinato de Moisés. Caquot en su exposición reseña perfectamente el texto de Sellin, lo que el mismo Freud señala del texto de Sellin, pero criticando la falta de rigor y la lectura tendenciosa de Sellin, de sus hallazgos, conclusiones y nuevos encuentros probatorios. Freud lo toma de modo simple, neto. Como señala Lacan, Freud apenas hace una leve mención. En el seminario se lee: “La nota es muy corta, indica la referencia del opúsculo cuya fotocopia tenemos, y nada más.”

Y esto es cierto, aunque Sellin sea mencionado en varios lugares de Moisés y la religión monoteísta, la nota referente a su tesis es mínima. Dice que en 1922 Sellin descubre en los textos del profeta Oseas los indicios inequívocos de una tradición que dice que Moisés, el fundador de la religión, halló violento fin en una revuelta de su pueblo que a la vez repudió le religión que fundó.

¿Por qué Freud toma esto del asesinato? Porque encaja como guante a la mano a sus tesis, unas tesis que no esconde en el texto y que más adelante trabaja con relación a Moisés, las de Totem y tabú sobre el asesinato del padre de la horda primitiva. Lacan, en la clase VII del Seminario 17 da una clave primera de por qué de esa “necesidad” de que Moisés haya sido asesinado: “para que Moisés retorne a través de los profetas”. Efectivamente, el texto freudiano debe tomarse tal como se toma un caso en el que el síntoma y el retorno de lo reprimido están íntimamente anudados.

El texto de Sellin, en este punto 5, a su vez, es la puerta a las consideraciones sobre algunos aspectos que toman relevancia posteriormente en Moisés y la religión monoteísta, como es el caso de los levitas, y aún más importante posteriormente para sus conclusiones: la reunión de los judíos que habían realizado el Éxodo con Moisés con otras poblaciones semíticas que habitaban el Qadesh, lugar donde se establecieron antes de invadir Canaan, lo que finalmente es la tierra prometida. A partir de eso, el texto de Freud, más adelante, avanzará otros puntos relativos a Dios, su retorno, y finalmente en la tercera parte, la que tardó en ser publicada, todo ello se articula con las teorías sobre el origen y desarrollo de la religión, y con cuestiones esenciales del modo como concibe el funcionamiento del yo, el ello, lo consciente e inconsciente, el funcionamiento de la represión, y muy en especial, el superyó. Todo ello, a su vez, está articulado a una cuestión esencial, la transmisión.

Cuando acepté trabajar esta referencia pensé, entre otras cosas, que estaría bien releer un texto de Freud que leí antes de haber conocido los textos de lacan. Hoy en día, me asombro de lo claro que es apreciar el trabajo sobre la estructura que hace Freud, y de cómo se trata también en el texto del modo como la concibe; una estructura que, en algunos pasajes, claramente se remite al lenguaje. Freud lacaniano.

Pero Freud es Freud, y si bien uno, tras leer a Lacan, puede leer pasajes de Freud que tienen para uno el fondo de la lectura de Lacan sobre la estructura, en Freud hay el límite, y lo sabemos porque Lacan nos lo hace ver. El límite de la roca de la castración.

No es el objetivo de esta reseña abarcar todo el Moisés y la religión monoteísta, pero debo subrayar un punto en particular, el de la parte en que Freud habla de la herencia arcaica, algo a lo que remite la posibilidad de transmisión de algo original, acontecido, y que se transmite pese a no ser consciente, añadiría, nunca e irremediablemente nunca consciente, imposible de ser consciente.

Moisés y la religión monoteísta en su conjunto es una referencia freudiana importante para el Seminario 17. Podemos leerlo en torno a las cuestiones sobre la creación y funcionamiento del discurso del amo, y aún más importante, la función de agente del padre, la de ser agente de la castración. Sin pretender abarcar toda la clase, creo que para ello es esencial la ferocidad ignorante que hace caer en la verdad, es decir, la constitución del inconsciente. Y ello sin perder de vista otro aspecto esencial, el goce, que como leemos en la clase VII, “que el padre muerto sea el goce es algo que se nos presenta como signo de lo imposible mismo” y más adelante, “lo real es lo imposible. No en calidad de un simple tope contra el que nos damos de cabeza, sino el tope lógico de aquello que, de lo simbólico, se enuncia como imposible. De aquí surge lo real.”

En este capítulo Lacan habla del padre real, agente de la castración, y dice que se trata del padre real como construcción de lenguaje, y dice aquí, como Freud señaló. Y continúa Lacan, “El padre real no es más que un efecto del lenguaje, y no tiene otro real”. El padre agente de la castración. Y la castración es: una “operación real introducida por la incidencia del significante, sea el que sea, en la relación del sexo” y que sitúa al padre como real imposible.

Lacan señala en el texto una cosa que es extraña, y que me dio también otra clave de lectura. “No deja de ser muy extraño que esto cuente con soportes escritos y que pueda volver a descifrarse con la ayuda de escritos.” Como decía al inicio al mencionar el laberinto, textos de textos. Esto da a pensar en que justamente algo en Freud es el tope, el tope es la concepción de la estructura, una estructura que no incluye lo imposible si no es como tope, como barrera infranqueable. Lacan va más allá, y eso, en gran medida, por su construcción de la categoría de lo real y del goce. Creo que es a eso lo que apunta no ya la referencia freudiana de Sellin, sino lo que Sellin hace aparecer con la lectura de Oseas, y que Lacan señala en el seminario y en este capítulo, sobre el objeto, aquí hay que remitir a lo que señala sobre la costilla de Adán, algo que trabaja a partir de la mención a las invectivas del dios a los adoradores de un saber sexual, y del uso del ich como designación del objeto.

 

 

 


 

* Trabajo presentado en el Seminario de lectura y comentario de textos del 25 de marzo de 2023 de la Antena Clínica de Bilbao, Curso 2022 – 2023, dictada por Dalila Arpin, dedicada a los capítulos 8, «Del mito a la estructura», y  9, «La feroz ignorancia de Yahvé», del Seminario XVII, El reverso del psicoanálisis, de Jacques Lacan.