Mikel Arranz Díez*

 

Preparando esta reseña pronto me ha sorprendido el contraste entre la teorización de T. S. Szasz y su biografía. Me lo esperaba más perseguido, más excluido, espero poder hacerles notar porqué.

Szasz nace en Budapest en 1920. A los 18 años, huyendo de los nazis marcha con sus padres a EEUU. Se diploma en el instituto de psicoanálisis de Chicago y se hace miembro de la Asociación Americana de Psiquiatría. Cofundador de la Comisión ciudadana de derechos humanos, organismo de control de salud mental, ejerció como profesor emérito de psiquiatría en la universidad de Siracusa, (Nueva York). Szasz fue un referente para los movimientos de la antipsiquiatría de los años 50 en los que destacaron David G. Cooper, Ronald D. Laing, Franco Basaglia, Michael Foucault o Ramón García entre otros. Sin embargo, él no se asoció a ningún movimiento por pensar que ello anulaba las diferencias individuales, él defendió el libre acceso a la psiquiatría, droga o religión (1).

De sus muchos textos destaca “El mito de la enfermedad mental”, donde su tesis central consiste en afirmar que la enfermedad mental es una reclasificación de lo que antiguamente se consideró el pecado. Para él la psiquiatría es una forma de control social y coerción de los inconformistas con el modelo capitalista o soviético. El estado terapéutico, fusión de estado y medicina, infantiliza a la sociedad censurando las drogas, así como antes la Iglesia censuró los libros. La locura es un invento del hombre, límite en la conducta a partir del cual la psiquiatría castiga, ingresa, medica. En su texto “La fabricación de la locura” afirma que: al declinar el poder de la Iglesia y la cosmovisión religiosa del mundo durante el siglo XVII, desapareció el binomio bruja-inquisidor para dar paso al binomio loco-alienista. Pone en serie a herejes, judíos, enfermos mentales, como víctimas propiciatorias. Señala la abundancia de miserables o pobres en los hospitales psiquiátricos. En el capítulo “ La bruja como paciente mental” escribe en una nota al pie: aunque los métodos ”terapéuticos” de Freud diferían de los de sus colegas, el hecho de que suscribiera y utilizara con tanto entusiasmo el vocabulario psiquiátrico para humillar a las personas, le coloca en el centro de la corriente del pensamiento psiquiátrico. Al reclasificar a las brujas como neuróticas, contribuyó a sustituir por métodos psiquiátricos, los métodos teológicos utilizados para anular a los seres humanos. El resultado-que forma parte de la historia contemporánea- es una retórica justificatoria que legitima la inhumanidad del hombre con el hombre, basándose no en Dios sino en la Salud (2).

Lacan toma en los capítulos X y XI de su seminario 11 (3) el artículo “The concept of transference”, en el cual fundamentalmente Szasz refiere que la transferencia es una defensa del propio psicoanalista: the notion of transference is reasuring to therapists precisely because it implies a denial (or mitigation) of the personal in the analytic situation (4). Rechaza aquí que sirvan de algo para mitigar los abusos del psiconalisis, el análisis personal que Freud propone o los high standards de los institutos analíticos. No one, psycho-analysts included , has as yet discoverd a method to make people behave with integrity when noone is watching (3). Concluirá el artículo proponiendo la integridad de la situación analítica y del analista como salvaguarda del dialogo analítico. ¿Qué integridad?

Considero que Lacan sale de este callejón sin salida proponiendo en estos capítulos del seminario 11 que: en la práctica analítica situar al sujeto con respecto a la realidad tal como se supone que nos constituye, y no con respecto al significante, ya equivale a caer en la degradación psicológica del sujeto (4). Para Lacan Szasz se equivoca mucho al deplorar la asimetría analista analizante respecto a la verdad, como ocurre en el análisis: En ésta relación de uno con otro se instituye una búsqueda de la verdad en la que se supone que uno de los dos sabe o, al menos, que sabe más que el otro. Respecto a él surge de inmediato el pensamiento no solo de que no debe engañarse sino de que lo pueden engañar. El engañarse entonces se endilga al sujeto. No es simplemente que el sujeto, en forma estática, esté en error, en falta. Es que en una forma móvil, en su discurso, está situado en la dimensión de engañarse (4).

Lacan ya se había pronunciado sobre ésto en el seminario 1, cap 21 “La verdad surge de la equivocación”, donde dice :…para decirlo de una vez: el error es la encarnación de la verdad. Si queremos ser estrictamente rigurosos diremos que, hasta que la verdad no esté totalmente desvelada-es decir, según toda probabilidad nunca por los siglos de los siglos- propagarse en forma de error es parte de su naturaleza. No es preciso avanzar mucho más para percibir aquí la estructura constituyente de la revelación del ser en tanto tal. Por el momento, sólo quiero, respecto a éste tema abrir una puertecita (5).

En la fenomenología del espíritu, Hegel tras plantear la lucha de autoconciencias del amo y el esclavo, avanza hacía lo que denomina “La conciencia pura, el ánimo, el fervor”. Dice: es el movimiento de una infinita nostalgia, que tiene la certeza de que su esencia es aquel ánimo puro, un pensamiento puro que se piensa como singularidad, de que es conocida y reconocida por éste objeto, precisamente porque se piensa como singularidad. Pero, al mismo tiempo, esta esencia es el más allá inasequible, que huye cuando se le quiere captar, o que, por mejor decir ha huido ya. Ha huido ya, pues es, de una parte, lo inmutable que se piensa como singularidad, por donde la conciencia se alcanza a sí misma inmediatamente en él, se alcanza a sí misma, pero como lo contrapuesto a lo inmutable; en vez de captar la esencia, no hace más que sentirla y recae en sí misma; por tanto, como en éste alcanzar no puede eliminarse a sí misma como éste algo contrapuesto, en vez de haber captado la esencia sólo ha captado lo inesencial. Y así como, de una parte, al tratar de captarse a sí en la esencia, sólo capta la propia realidad desdoblada, no puede tampoco, de otra parte, captar lo otro como singular o como real. No se lo encontrará dondequiera que se le busque, precisamente porque tiene que ser un más allá, un ser tal que no puede ser encontrado. Buscado como singular, no es una singularidad universal pensada, no es un concepto, sino un singular como objeto o algo real; objeto de la certeza sensible inmediata y, precisamente por ello, solamente un objeto que ya ha desaparecido.

He tomado sin saber muy bien que quiere decir ese fragmento de Hegel pues creo que da cuenta de algo de la dirección que va tomando mi reseña. Me pregunto ¿Es quizás aquí en el seminario 11, la elaboración del concepto del objeto a, algo que lógicamente Lacan propone para avanzar por la puertecita y no caer en una giratoria sin fin sobre la verdad? Dicho de otra forma ¿Subvierte el concepto de objeto (a) la infinita dialéctica por la verdad?

Al terminar la reseña no pude evitar buscar en internet algún hereje que hubiera logrado librarse de la quema. Me encontré con Miguel Servet. Fue un médico que en 1553 publicó su obra más famosa “Christianismi Restitutio”. Allí expone sus indagaciones sobre fisiología respiratoria, postulando que la arteria pulmonar lleva sangre a los pulmones no solo para nutrirlos sino para recoger el aire a través de los capilares. Concluye que el alma está en la sangre, en la fisiología. Por estas ideas se confrontó con Calvino que dirigía la Iglesia protestante. Calvino llegó a amenazarle de muerte por carta. Curiosamente sus ideas científicas no prosperaron pero sí su crítica teológica. Fue quemado 3 veces, primero in absentia y en effigie con sus libros. Se quemó una imagen suya. In absentia y en efigie, me ha resultado divertido encontrar ahí lo que Freud advierte en su texto sobre La dinámica de la transferencia (7). No voy a negarlo, me resulta impactante encontrarlo ahí (8). Luego realmente fue quemado pese a que Calvino procuró su decapitación por piedad. Finalmente su estatua fue quemada por los colaboracionistas franceses nazis. Lacan se libró de la quema pero sufrió el destierro de la IPA. Thomas Szasz se libró de ambas.

Como Szasz indica en “La fabricación de la locura”, el famoso libro medieval para cazadores de brujas “Maellum malificarum” se afirma: que poner en duda la existencia de brujería es señal determinante de ser hereje (bruja). El que defiende a la bruja es sospechoso de brujería. Si el .defensor de la bruja merece la hoguera por brujo, el defensor del loco en este Estado medicalizado sería tratado como loco. Sigamos a Szasz en ese estilo suyo de analogías que continuamente desarrolla en su texto. Podría el loco defensor entonces quedar en esa nave de locos, en ese clásico umbral o situación liminar como Foucalult plantea en su Historia (9) ¿Qué fue lo que a unos los salvo de Torquemada y a los otros no? ¿Será cuestión de integridad? Etimológicamente integridad viene del latín integritas (totalidad, robustez y salud y buen estado físico, también rectitud). Deriva del adjetivo integer (intacto, entero, no tocado, no alcanzado por un mal. La integridad es la cualidad del que no está tocado)(10). ¿Qué era eso de lo que Lacan estaba tocado y de lo que Szasz quiso permanecer integro?

 

 

Bibliografía:

1) In memoriam Thomas Stephen Szasz (1920-2012) cuadernos de neuropsicología. Panamerican Journal of Neuropshychology. Volumen 6, número 2. Jone Cervello. Año de publicación 2012.
2) La fabricación de la locura. Editorial Kairos. Thomas S. Sasz. Año 1970.
3) The concept of transference. The international journal of psycho-analysis. Volumen 44. T. S.Szasz. Año 1963.
4) El seminario. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Editorial Paidos. Jaques Lacan. Año 1964.
5) El seminario. Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud. Editorial Paidos. Año 1953-54.
6) Fenomenología del espíritu Fondo de cultura económica. G.W.F.Hegel. Pag 132-133. Primera edición alemán 1807.
7) Sobre la dinámica de la transferencia. Sigmund Freud. 1912.
8) Miguel Servet, el científico hereje que fue quemado tres veces. Ventana al conocimiento. Periodismo científico. BbvaOpenmind. Com. Javier Yanes.
9) Historia de la locura en la época clásica. Michael Foucault. 1964.
10) Diccionario de etimología. Etimologías. Dechile.net.

 


* Referencia presentada en la clase del 13 de febrero de 2021 de la Antena Clínica de Bilbao, Curso 2020 – 2021, dedicado al Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, de Jacques Lacan) dictada por Paloma Blanco y dedicada a las lecciones 10, 11 y 12 del Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, de Jacques Lacan