(Referencia de la lección 7, «Edipo, Moisés y el padre de la horda», del Seminario XVII, El reverso del psicoanálisis, de Jacques Lacan)

Mikel Arranz*

Expongo una breve referencia al capítulo La estructura de los Mitos, en el texto Antropología estructural de Claude-Lévi-Strauss, comentado por Lacan en la página 116 del seminario 17, edición Paidós; a petición de Dalila Arpin.

Comienza el autor situando la mitología dentro del campo de la etnología religiosa, calificándola de caos, juego gratuito o especulación filosófica. Los psicoanalistas con sus interpretaciones sociológicas o psicológicas se suman al carro, como si en el mito todo pudiera suceder, sin regla o lógica. Al estilo de los primeros lingüistas que buscaban las asociaciones naturales entre los sonidos y el sentido, Jung con su concepción arquetípica de los mitos no sale de esta pendiente intuitiva. Es Saussure con su principio del carácter arbitrario de los signos lingüísticos quien sacudirá esta ilusión; estableciendo las diferencias entre lengua y habla (1).

El mito, según Lévi-Strauss; forma al igual que el lenguaje una estructura permanente, histórica (perteneciente al dominio de la lengua), ahistórica (del dominio del habla) y como objeto absoluto. Se trata de una realidad sincrónica y diacrónica. Al igual, por ejemplo, que la Revolución Francesa, utilizada por Marx y otros como esquema aplicable a los acontecimientos de época.

Se encuentra el mito en oposición a la poesía. Siendo ésta de difícil traducción a lengua extranjera, el mito en cambio es percibido como tal por cualquier lector del mundo entero.

Lévi-Strauss aísla siguiendo la estela de las unidades constitutivas del leguaje (fonema, morfema, semantema) al mitema como la unidad fundamental del mito; con propiedad formadora de haces de relaciones que le otorgan función significante.

Siguiendo los principios del análisis estructural (economía en la explicación, unidad de solución, posibilidad de reconstruir el conjunto a partir del fragmento y de prever los desarrollos ulteriores a partir de los datos actuales); divide el mito de Edipo en columnas al modo de una partitura orquestal. Así diferencia su lectura de izquierda a derecha, lo que permitiría el relato del mito; de su lectura de arriba abajo, tratando a cada columna como un todo para comprender el esqueleto que arma el mito.

Comparando diversas escenas de la tragedia en 4 columnas observa cómo se repite entre la 1ª y 2ª; y la 3ª y 4ª una oposición: negación de autoctonía-persistencia de la autoctonía.

Resume entonces el mito en una fórmula mínima: ¿lo mismo nace de lo mismo o de lo otro?”. Así establece la correlación: La sobrevaloración del parentesco de sangre es la subvaloración del mismo como el esfuerzo por escapar a la autoctonía es a la imposibilidad de alcanzarlo.

Algo así como un: “estos no son mis orígenes, luego choco contra ellos”; es esto que se volvería a escuchar en la melodía Sofoclea, que si bien puede cambiar en sus tonos, mantiene ese compás.

Independientemente de las diferentes versiones del mito; la de Sófocles, la freudiana u otras, Saussure no trata de encontrar la versión más auténtica, pues todas pertenecen al mito; sino que con el método estructuralista, pretende, tomando todas las versiones mediante un sistema de referencia multidimensional, reducir el mito a su conformación básica.

Así, compara las diferentes versiones del mito Zuñi norteamericano y comprueba que siempre se trata de una oposición dialéctica con la correspondiente conformación de mediadores de carácter ambiguo, con función dual, fálicos, como la Cenicienta, el Ash Boy o el trickster.

Todo mito es reducible a una Función canónica:
Fx (a): Fy (b)= F x(b): Fa-1 (y)

El objeto del mito es proporcionar un modelo lógico para resolver una contradicción, se generarán a partir de él hojas de forma indefinida, cada una ligeramente diferente de la anterior. El mito se desarrollará en espiral hasta agotar el impulso intelectual a que dio origen. Su crecimiento es continuo por oposición a su estructura que es discontinua. Se trata de un ente verbal que ocuparía en el mundo de la materia física un lugar comparable al cristal; como un intermedio entre un agregado estadístico de moléculas que (equivalente al habla de Sassure) y la estructura molecular misma (que equivaldría a la lengua) (2).

Concluye el capítulo poniendo en comparación el pensamiento mítico con el científico. La diferencia entre ambos no recae en la cualidad de lo pensado, sino en su naturaleza. Por más que se escriban hojas y hojas de carácter científico y técnico, el hombre siempre ha pensado igual de bien. Un hacha de piedra, no es mejor que un hacha de hierro, ambas poseen la misma estructura, aunque cambien en su forma están igual de bien pensadas. El progreso, si es que el término fuese aplicable, no ha tenido lugar en la conciencia, sino en el mundo, donde la humanidad se habría enfrentado en continua lucha con nuevos objetos a lo largo de su historia.

Lacan en el seminario 17 podrá definir el mito en su estructura mínima como una oposición de contarios, un Ying –yang, los dos medios cuerpos de la Esfinge que medio dicen como el Sujeto barrado. Es gracias a que interroga dicha estructura , que puede situar la concepción freudiana del Edipo “deseo de acostarte con la madre y matar al padre” como el contenido manifiesto de un sueño, un S2 elaborado por Freud en torno a sus S1; interpreta el Edipo freudiano así precisamente, al no tomar el dicho de Freud como el discurso de un amo, no otorgando carácter de S1 a esa concepción edípica singular, lo cual por otro lado le dejaría como los analistas contemporáneos, asociando libremente en torno de los míticos textos del genio del psicoanálisis. Entonces, despejado éste S2 como elucubración del auto-análisis de Freud, Lacan tampoco lo toma como operador que leído desde la tarima del discurso universitario dejaría en división a sus asistentes. Reservará a dicha elucubración (S2) su lugar en el discurso analítico, demostrando que gozar es querer saber la verdad de lo que se dice.

Para concluir un par de preguntas:
¿Si el mito es un producto del discurso del inconsciente y la asociación libre tiende a producir una historia mítica, se opone el discurso analítico al mito? ¿Se puede hablar de discurso mítico como equivalente a discurso del amo?

¿Si el discurso del inconsciente es portador de una verdad mítica que el análisis revela como tal, más allá de una posición cínica respecto de esta revelación, permite el análisis desmitificar esa verdad, otorga certezas?

 

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NOTAS:
(1) “La lengua puede compararse con una sinfonía cuya realidad es independiente de la manera en que se ejecute; las faltas que puedan cometer los músicos no comprometen lo más mínimo esa realidad”. Capitulo IV Curso de lingüística general. Editorial Lossada. Buenos Aires. Página 69. Saussure
(2) En la red cristalina todos los puntos, nudos, tienen exactamente los mismos alrededores y son idénticos en posición con relación al patrón o motivo que se repite. Este motivo es una constante del cristal ya que constituye el contenido material, es decir, su naturaleza atómica, de manera que red x motivo = cristal. www.mineralog.net. Cristaloquímica de los minerales. Mikhail Ostrooumov


* Trabajo presentado en la clase del 3 de junio de 2017 del Seminario del Campo Freudiano de Bilbao, Curso 2016 – 2017, dedicado al Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, de Jacques Lacan